Crecimiento económico, empleo y ultimátums

Manel Antelo
Manel Antelo OPINIÓN

ECONOMÍA

15 feb 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

De la reforma laboral ya se ha hablado mucho y no lo haremos aquí. Y de que, al amparo de ella y de otras reformas estructurales, la economía española es capaz de generar empleo creciendo al 1 % cuando antes necesitaba tasas de, al menos, el 3 %, también. Sin embargo, hay un aspecto que pasa inadvertido y que puede explicar la actual creación de empleo desligándola del (escaso) crecimiento del PIB. Para ello aludiré a un famoso juego experimental de economía conocido como juego del ultimátum.

En él participan dos jugadores que deben repartirse una determinada cuantía de dinero según las reglas que uno de ellos decide y sin más negociación. El primero propone cómo dividir el dinero con el segundo. Si este último rechaza la oferta, ninguno obtiene nada; si la acepta, el primer jugador obtiene lo que propuso y, el segundo, el remanente. Es, pues, un juego de «lo tomas o lo dejas», de ahí que se llame del ultimátum.

La complejidad del juego radica en el mejor resultado a obtener. Ningún participante quiere irse con las manos vacías, pero el primer individuo sabe que si no propone un reparto que beneficie a ambos de igual manera, las posibilidades de que el segundo acepte son menores. En contrapartida, este último sabe que si acepta, el beneficio será para ambos (en mayor, igual o menor medida dependiendo de la primera elección) por lo que debe decidir si prefiere obtener ganancia o no; a veces es mejor obtener un euro antes que nada, aunque el otro jugador se lleve veinte.

Todas las pruebas hechas de este juego muestran que el que propone el ultimátum nunca consigue abusar del que lo recibe, quien prefiere renunciar a una ganancia pequeña castigando al que pretende obtener un beneficio mayor basado en la decisión racional. En la práctica, en la mayoría de los casos el oferente propone un reparto equitativo y en muchos casos, espontáneamente, ofrece una cantidad superior a la que se reserva.

Sin embargo, las cosas no son exactamente así cuando utilizamos este juego para ilustrar lo que sucede entre empresarios y trabajadores. Los primeros ofrecen un salario que los trabajadores pueden aceptar o no. Si lo aceptan, pasan a trabajar para la empresa, existe actividad económica y el PIB crece; si no lo toman, se mantiene el desempleo y la economía se estanca. Como es lógico, las opciones externas de los trabajadores y que pueden ejercer cuando responden son cruciales para el desenlace del juego. Por ejemplo, que en caso de desacuerdo puedan mantener su empleo anterior o recibir el seguro de desempleo.

Pero claro, con un 24 % de paro, unos sindicatos ausentes, unas perspectivas de perder la casa o de no poder cubrir las necesidades básicas de la familia, lo normal es que acepten cualquier oferta que les propongan los empresarios, por mínima que sea. Así, en un contexto en el que los salarios están cayendo y la desigualdad aumentando, las opciones externas de los trabajadores son tan escasas que aceptan cualquier oferta, por nimia que sea. Y, obviamente, así se crea empleo, crezca la economía al 1 % o incluso menos. Pero, ¿qué tipo de empleo y con qué relaciones laborales?