¿«El Lobo de Wall Street»? No, Rodrigo Rato

La Voz REDACCIÓN

ECONOMÍA

Rosa

Así fue recibido en la Universidad del Éxito diez días antes de su salida de la entidad

14 dic 2014 . Actualizado a las 16:03 h.

Queen contrataba a camareros enanos para sus fiestas. Así, al pasar por el local ofreciendo rayas de coca, perfectamente alineadas en sus bandejas, los invitados no tuvieran ni que agacharse al esnifar. Nunca faltaban en los guateques organizados por Freddie Mercury, Brian May y compañía, unas fiestas en las que coincidían la flor y nata de Nueva York con vagabundos de cualquier esquina del Manhattan. Parece que poco o nada que envidiar a los saraos de la banda inglesa, al menos en excentricidades, los fiestones organizados por Jordan Belfort, el bróker que se divertía lanzando a enanos por el aire con cañones, viendo como patinaban los chimpancés y con drogas, sobre todo muchas drogas. La historia de Belfort, perseguido por el FBI tras arruinar a sus clientes, fue llevada al cine por Martin Scorsesse. Le dio vida Leonardo DiCaprio (papel por el que aspira a un Oscar), quien era recibido cada día en la oficina por sus colaboradores en unos estados muy cercanos al éxtasis. Todo un líder. Un gurú que convertía en oro todo lo que tocaba.

Hubo un tiempo en el que Rodrigo Rato era intocable. España iba «bien» con él como ministro de Economía, y a través de una de esas famosas puertas giratorias abandonó la política para convertirse en el máximo responsable de Caja Madrid. Apenas diez días antes de la salida a Bolsa de Bankia, en el 2011, participó como estrella invitada en un encuentro con agentes inmobiliarios sudamericanos, cuya organización corrió a cargo de la Universidad del Éxito. Su recibimiento fue muy similar al de El Lobo de Wall Street.

Una semana más tarde Rato abandonaba la presidencia de la entidad renunciando a los 1,2 millones de euros de indemnización que le correspondían por contrato. Bankia se hundió (las acciones se desplomaron) y el Estado inyectó más de 15.000 millones de euros de dinero público para sanear una entidad saqueada por completo.

El pasado 17 de octubre fue recibido a las puertas de la Audiencia Nacional por los preferentistas arruinados a gritos de «borracho y putero», tras haber declarado por el juez Andreu por el escándalo de las tarjetas black.