«Los Gobiernos están sobreendeudados, el dinero público debe destinarse a sufragar escuelas y las políticas de bienestar. Debemos usar nuestros fondos de otro modo para que quienes sufraguen los proyectos sean los inversores privados», dijo ayer Juncker a los eurodiputados.
Pero el luxemburgués no se conforma. Quiere que los socios pongan dinero en el fondo aunque no se les garantice que el capital aportado vaya a ser reinvertido en su país. «Debemos darnos cuenta de que somos una comunidad unida en nuestro destino», ensalzó tras asegurar a modo de guiño que todo este dinero no contabilizaría en como déficit.
Respecto al listado de grandes proyectos potencialmente financiables (el grupo de trabajo maneja un millar), el presidente de la Comisión advirtió a los Estados miembros de que no habrá «ni cuotas nacionales ni criterios políticos. Solo criterios técnicos, como su solvencia o impacto laboral».