El naval gallego zozobra dos años después de las promesas de Pemex

Manoli Sío Dopeso
m. sío dopeso VIGO / REDACCIÓN

ECONOMÍA

<span lang= es-es >16 diciembre del 2013</span>. Pemex escenifica su entrada en Barreras (tras adquirir el 51 %) con una visita a Vigo en la que anuncia la construcción del flotel (aún en concurso), tres buques tanque y un atunero, además de otros pedidos que se irían concretando.
16 diciembre del 2013. Pemex escenifica su entrada en Barreras (tras adquirir el 51 %) con una visita a Vigo en la que anuncia la construcción del flotel (aún en concurso), tres buques tanque y un atunero, además de otros pedidos que se irían concretando. m. moralejo< / span>

La petrolera anunció hasta 20 buques que generarían 4.000 empleos, pero a día de hoy solo ha contratado los dos floteles que ocupan a 400 trabajadores

28 sep 2014 . Actualizado a las 05:00 h.

Nada hay más desilusionante que una promesa incumplida. Sobre todo, si lo que se promete es trabajo. Hace ahora dos años que la petrolera mexicana Pemex desembarcó en Galicia con la promesa de rescatar al sector naval de la profunda crisis en la que estaba sumido.

En este tiempo, la compañía ha llegado a comprometerse a construir hasta 20 buques en astilleros públicos y privados de la comunidad, una carga de trabajo suficiente para generar 4.000 nuevos empleos. Pero la realidad, a día de hoy, se resume en dos floteles en construcción, uno en el astillero vigués Barreras y el segundo, en Navantia Ferrol -aunque ni siquiera de forma íntegra- que dan empleo a 400 personas.

La petrolera, sumida en una profunda reestructuración, obligada por la reforma energética recién aprobada por el Gobierno que preside Peña Nieto, y acuciada por los números rojos (hay reconocidas pérdidas netas por valor de 6.772 millones de dólares en el primer semestre del 2014) se escuda en los largos procesos que conlleva cada licitación, en la complejidad de la compañía y en su lento funcionamiento burocrático.

Desesperación del sector

La Xunta, por su parte, no permite dudas sobre el cumplimento de la palabra de Pemex. Pero el relato de los hechos explica, en buena medida, la desesperación del sector.

El 19 de septiembre del 2012, de una tacada, la compañía mexicana que en aquel momento dirigía Juan José Suárez Coppel, se comprometió a construir en Galicia dos floteles, 14 remolcadores y una base logística, con una inversión de 380 millones de dólares (casi 300 millones de euros).

El anuncio lo hizo suyo el presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijoo, que garantizó trabajo para 3.000 personas durante dos años. Anunció «nuevos pedidos, nuevas inversiones, nuevos empleos y nuevas esperanzas» tanto para Navantia como para los astilleros privados.

Un año después, el 16 de diciembre del 2013, en su segundo desembarco, ya como propietaria del astillero Hijos de J. Barreras (adquirió el 51 % por 5 millones, 2 de ellos financiados por la Xunta), y bajo la nueva dirección de Emilio Lozoya, Pemex anunciaba otra andanada de buques, cuatro más a añadir a los anteriores, con una inversión superior a los 300 millones de euros, con carga de trabajo suficiente para 1.400 nuevos empleos.

Solo los dos floteles están en proceso de construcción, tras superar una reñida licitación internacional, pero con un volumen de mano de obra muy inferior al anunciado. La estimación del sector es que el pico de máxima actividad, que llegará bien entrado el 2015, emplee a 700 trabajadores por unidad.

Otra de las promesas incumplidas es la adjudicación del proyecto de renovación de la flota menor. A estos contratos optaron los astilleros Cardama, Freire o Valiña. Pero de los 14 remolcadores prometidos, finalmente ninguno se hará en Galicia. La petrolera ha sucumbido a la presión del sector de su país y ha optado por construir no 14 sino 16 buques en astilleros mexicanos con el asesoramiento técnico y el trabajo de diseño de Armón Vigo.

Anuncios sin fecha

Tampoco los pedidos anunciados para su propio astillero acaban de entrar. Un mes después de comprar Hijos de J. Barreras, dos de sus máximos directivos anunciaron una voluminosa carga de trabajo consistente en un atunero, para un armador mexicano, y tres buques tanque, para la filial Pemex Refinación; además de uno de los floteles gemelos (en aquel momento ni Barreras ni Navantia habían ganado todavía la licitación).

Pues bien, los tres buques tanque saldrán a concurso mediante licitación pública, a la que pueden optar fabricantes de todo el mundo. El atunero también se retrasa y su armador, el grupo mexicano Procesa, asegura que permanece pendiente de resolver cuestiones de financiación.

Tampoco hay noticias de otra de las inversiones estrella de Pemex, la instalación de una planta de graneles líquidos en punta Langosteira (A Coruña). Desde el Puerto coruñés indican que la solicitud de concesión sigue en vigor y que la compañía ha renovado oportunamente los avales. Pero no se atreven a ponen fecha a esa puesta en funcionamiento.