Navantia, una estrategia de confrontación entre zonas y de malestar por el convenio

b. c. FERROL / LA VOZ

ECONOMÍA

El desvío de ocho bloques del flotel anunciado ayer provocó una airada respuesta laboral y política en Ferrolterra

27 sep 2014 . Actualizado a las 04:00 h.

El reparto de carga de trabajo entre los astilleros de Navantia es una estrategia que ha exprimido con mayor o menor intensidad la empresa en los últimos años. La antigua Astano fabricó medios buques gaseros que se ensamblaron luego en Puerto Real; el Cantabria, un tipo de barco en el que está especializado el astillero ferrolano, se construyó en esa factoría gaditana cuando empezaba a adolecer de falta de encargos y, ahora el Gobierno ha decidido fabricar en la ría ferrolana un Buque de Acción Marítima (BAM) después de que los cuatro anteriores se fueran a San Fernando.

Sin embargo, mientras hasta ahora estas derivaciones se produjeron sin apenas entrar en luchas localistas -también habían sido cuestionadas, pero de manera más tímida-, el desvío de ocho bloques del flotel anunciado ayer provocó una airada respuesta laboral y política en Ferrolterra. La medida se toma pocas semanas después de que la dirección de la empresa pactase con delegados del comité intercentros que habían sido desautorizados por CC.OO. -entre ellos los presidentes de los comités de empresa de San Fernando, Puerto Real y Cartagena- un convenio colectivo que fue rechazado por las plantillas de Fene y Ferrol y que ha desatado malestar entre los centros del norte y el sur. Una estrategia de confrontación y de división que tuvo ayer un nuevo capítulo. Se produce en un escenario de gran incertidumbre por el paso de la gestión de Navantia a Defensa, sin explicar qué va a pasar con el negocio civil, lo que debilita la posición de los trabajadores ante un futuro poco claro.

Frente a los 800 puestos de trabajo prometidos -se llegó a hablar de 1.500- con la obra del flotel, el contrato únicamente ocupa a poco más de 200, mientras que los 4.000 operarios auxiliares que perdieron sus puestos se desesperan ante la falta de perspectivas. Con un nuevo turno de trabajo de las subcontratas se acabaría con una demora en la obra que desde su arranque ha estado sujeta a los vaivenes y cambios de parecer de la dirección de la compañía: primero iba a participar la antigua Astano y después quedó excluida, los concursos para subcontratar trabajos han experimentado retrasos y el cortado de las primeras chapas de acero se desvió a Asturias. Una gestión cuestionable que ahora pasa factura al empleo en Ferrol.