Los franceses y el mejillón gallego, una relación amorosa a veces mal avenida

María Hermida
maría hermida RIBEIRA / LA VOZ

ECONOMÍA

Un mejillonero de la ría de Arousa realizando labores de desdoble y mantenimiento en estos días de toxina.
Un mejillonero de la ría de Arousa realizando labores de desdoble y mantenimiento en estos días de toxina. mónica ferreirós< / span>

El mercado galo es el importador más estable del bivalvo gallego; pero a su vez enerva al sector lanzando alertas por el marisco sin confirmarlas antes

24 ago 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

A los franceses les gusta el mejillón en general. Y el anaranjado molusco gallego en particular. Como decía el dueño de una empresa de la ría de Arousa que vive de transportar camiones del bivalvo al país galo «morren por el, cómeno ata cru e todo». Este gusto por el producto de las bateas tiene una clara traducción en cifras. Aunque reconocen que puede que los datos no estén actualizados del todo, en el sector mejillonero calculan que Galicia exporta al año 20 millones de kilos a Francia, lo que supone que este país copa el 16 % de todo el bivalvo para fresco que se produce.

Solo Italia supera esas cifras, con la peculiaridad de que los transalpinos demandan el producto gallego unos meses al año y en cambio los franceses lo piden de forma continua. Por tanto, la relación del mejillón gallego y Francia es de amor y no de odio, aunque estos días no lo parezca a cuenta de la alerta sanitaria lanzada desde más allá de la cordillera de los Pirineos.

Aunque importan grandes cantidades de mejillón gallego, a las autoridades francesas, al igual que pasó este último martes, no les tembló el pulso en repetidas ocasiones a la hora de lanzar alertas sanitarias por el bivalvo gallego, culpándole de haber provocado intoxicaciones, sin confirmarlas primero. Y esas advertencias que hasta ahora nunca se demostraron también tienen una traducción en cifras. Porque la imagen del producto cae y, con ella, el consumo. «A miña cuñada o outro día en Murcia ía comprar mexillón e a súa sogra díxolle: ?¡No, que trae la toxina!? Ata en Murcia se fala de que temos toxina, isto mátanos», enfatizaba un enfadado bateerio del norte de la ría de Arousa. Por eso no es de extrañar que Xunta y sector atizasen a Francia.

Ayer, ya con más horas de reflexión encima, algunos productores hacían una segunda lectura. En el pasado reciente, que el mercado de fresco, fuese el nacional o el extranjero, sufriese una turbulencia preocupaba en el sector, pero no causaba histerismos. ¿Por qué? En años como el 2003 o el 2004, por poner ejemplos, el 60 % del bivalvo que se producía en Galicia tenía como destino la industria. Por tanto, el marisco fresco era el hermano pobre a la hora de la comercialización.

En los últimos ejercicios la tortilla ha dado la vuelta. Sea por la liberación de los aranceles al mejillón chileno (chorito) sea por otras causas, las fábricas solo se llevan en la actualidad entre el 30 y el 40 % de la producción de mejillón gallego. Así que el fresco es la tabla salvavidas a la que agarrarse. De hecho, que se haya disparado esta producción a veces provoca una saturación del mercado, de ahí que no se esté para perder ningún cliente. Y menos a uno como el mercado galo.

Una propuesta añeja

Ante este panorama, estos días los productores rescataban viejas reivindicaciones. Francisco Padín, presidente de Amegrove, ponía voz a una de ellas. Decía que hay que exigir que todo el mejillón que se exporte salga depurado de nuestras fronteras. ¿Qué se persigue? Evitar que vaya a parar a depuradoras que, según explican los exportadores, están bastantes pasos por detrás de las gallegas. Aunque cabe recordar que la depuración, si el mejillón va con toxina, no la elimina. Se verá si la propuesta triunfa o no. O si, como otras veces, tras la riña con Francia, la relación sigue sin más a la espera de otro devaneo.