La pesca gallega, incomprendida por la legislación que dicta Bruselas

espe abuín REDACCIÓN / LA VOZ

ECONOMÍA

El salabardeo es un arte que no está incluido en la legislación europea.
El salabardeo es un arte que no está incluido en la legislación europea.

Una pareja de arrastreros de Ribeira fue expedientada por una patrullera francesa por trabajar como siempre han estado haciendo sin problemas

23 ago 2014 . Actualizado a las 06:00 h.

Cientos, por no decir miles, de días de pesca trabajando de la misma forma y manera sin ningún problema para ahora ser expedientados porque la normativa dictada por Bruselas y recogida al pie de la letra por los legisladores españoles obvia una forma tradicional que tiene de faenar el arrastre a la pareja en Galicia.

Los afectados han sido los armadores de los barcos Airoa y Xudemil. Se percataron de que sus aparejos habían quedado en una laguna normativa que les aboca a la más punible ilegalidad a raíz de la visita a aguas gallegas de la patrullera francesa Iris en el marco del plan de despliegue conjunto para pequeños pelágicos. Los inspectores del país vecino en su vida habían oído hablar del salabardeo y se aferraron a la literalidad de la letra del reglamento, que no recoge la especificidad gallega. De hecho, según explicaciones ofrecidas por el Ministerio de Agricultura español, «una vez desmontado el aparejo, se comprobó que determinadas partes del mismo, por separado, cumplen con las medidas técnicas vigentes, pero conjuntamente no».

La diferencia entre el aparejo que emplean los arrastreros franceses o los daneses estriba en que los ribeirenses, cuando trabajan en pareja a la captura de bacaladilla, emplean un saco con boca ancha, que da a la red forma de embudo, en lugar del cono que se suele crear . Pero esa disposición de las alas -la parte superior del aparejo que da mayor abertura a la red- tiene como mera función la de facilitar el salabardeo, no otorga mayor capacidad de pesca al aparejo, según explican los armadores.

Porque a diferencia de franceses, daneses, o incluso de las parejas de A Mariña, los arrastreros ribeirenses cuando van a la bacaladilla no suben por popa la red con las capturas, sino que la colocan a un costado y de ella, con un salabardo -una especie de truel gigante- extraen las capturas. Eso se debe a que, también a diferencia de franceses y daneses, los gallegos pescan para consumo humano, no para harina de pescado y eso requiere tener mucho cuidado con el tratamiento que se da al pescado. Y máxime si se trata de una especie como la bacaladilla, extremadamente delicada que se molería por completo si se sube al modo de un ramplero.

Mismos modos del cerco

Así que las parejas de arrastre de Ribeira adoptan los modos del cerco, que despliegan las redes, rodean el banco, cierran el aparejo y meten las capturas a bordo con un salabardo. «Pois nós, o mesmo», explica Ignacio Vázquez, armador de una de las dos embarcaciones a las que la patrullera francesa abrió expediente de infracción heredado luego por los inspectores españoles.

El aparejo, que en un principio fue retenido por no reglamentario, fue devuelto posteriormente a sus propietarios. No ocurrió lo mismo con las capturas, pues se retuvo el valor de la venta de las mismas y el procedimiento sigue su curso.