«Temos a corda posta ao pescozo»

María Hermida
maría hermida RIBEIRA / LA VOZ

ECONOMÍA

monica ferreiros

El muelle de Cabo, un puerto clave para el sector mejillonero, parecía ayer un club de jubilados; la toxina no permite más que hacer labores menores

21 ago 2014 . Actualizado a las 09:44 h.

Los mejilloneros de la ría de Arousa están acostumbrados a ver salir el sol en la batea. «Imos cedo para vir de volta máis cedo aínda», explicaba ayer uno de ellos no sin cierta retranca. En estos días en los que no pueden descargar ni un solo kilo de bivalvo porque la toxina se ha empeñado en amargarles el verano, tampoco son muchos los que amanecen en cama. A la batea se va igual. Reconocen que mucho no se puede hacer. Les gustaría poder desdoblar mejillón -repartir el bivalvo de una cuerda en varias- pero como no descargan el marisco de tamaño comercial no tienen sitio para colgar el pequeño. «É a famosa pescada, esa que come o rabo», apostillaba el mismo profesional. Así que los días se pasan haciendo algo por no estar quietos. Y se regresa a tierra antes de lo habitual. Ayer, sobre las diez y media de la mañana, ya había personal en el muelle de Cabo de Cruz (Boiro), un referente para el sector.

Nada más entrar al puerto, uno ve atracado, pintado con los colores de la canarinha, el barco Marañas. A bordo están Suso y José Ramón Marañas. ¡Y llevan mejillón en la embarcación! Como ambos sonríen, uno piensa que la toxina quizás haya sido un mal sueño de verano. Pero Suso aclara todo: «Rimos por non chorar. Estamos parados. E por riba tivemos a mala sorte de que estabamos desdobrando o pouco que podiamos desdobrar e tivemos unha avaría. Este mexillón é pequeniño, para volver a colgar... De traer o comercial nada de nada, isto é unha pena».

Cuando el barco de los Marañas zarpa, otros hermanos llegan a tierra. Son Santi y Fran Places, que llegan al muelle sin prisa y se ponen de cháchara. «¿Non nos ves? Falar cos xubilados é o único que nos queda a nós; non podemos facer nada de nada. Na batea apenas podes traballar, e quen sabe cando se vai ir a toxina... En fin, que estamos moi fastidiados. Levamos toda a vida nisto e nunca vimos as cousas como agora», enfatizan ambos.

También hay asalariados

Pronto se une a ellos un joven que también viene de la batea. Es el único que no es armador. Trabaja como asalariado. Cobra un sueldo fijo cada mes. Y, como el resto, tiene el miedo en el cuerpo: «Home, se a empresa non gaña... Pois a cousa vai mal. Agora que tiñamos o mexillón en boas condicións tivemos que parar...».

Los lamentos no cesan. Son tema único en el muelle: entre los afectados y entre los jubilados o pescadores de caña que se van juntando. Desde un barco bateeiro que reposta en el muelle surge la voz de Salvador Silva. Y sonríe hasta que se le pregunta si la cosa es tan grave o si los bateeiros son llorones por naturaleza... «Temos a corda ao pescozo. Como nos siga apertando...».

Atracan más mejilloneros y no hay consuelo que valga. O sí. Agustín Pose, boirense y exlíder del sector, ha encontrado una fórmula para disipar la rabia: habla, grita, echa por fuera. «Mira, nesta España que temos, e falando mal, en Andalucía cagan un peido e van todos os políticos a cheirar. Aquí no norte xa podemos estar a morrer, non ven ninguén mirar por nós», se oye en medio de su enorme tormenta verbal.

hablan los bateeiros parados por la marea roja

«¿E que imos dicir? ¿Como imos estar se non podemos traballar no mellor momento do ano? É unha pena»

Fran Places

«Como isto dure moito non soamente nos estraga o mexillón para este ano, senón a colleita do ano que ven»

Salvador Silva