A Alvariño le fallan las cuentas

Francisco Espiñeira Fandiño
francisco espiñeira A CORUÑA / LA VOZ

ECONOMÍA

ÁLVARO BALLESTEROS

El presidente de la patronal pierde apoyos en un año de gestión

27 jul 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

La elaboración de las cuentas ha puesto en evidencia la fragilidad de la coalición que colocó al vigués José Manuel Fernández Alvariño al frente de la Confederación de Empresarios de Galicia hace ahora un año. El presidente de la patronal gallega convocó a los medios antes de la asamblea en la que preveía un discurso de trámite previo a la aprobación del presupuesto de la entidad.

Alvariño presumía de la paz interna, de unidad y del buen funcionamiento de la entidad tras el tumultuoso relevo de Antonio Fontenla. El expresidente renunció a competir en las urnas cuando se vio privado de los apoyos de Lugo y Ourense en una extraña coalición cuyo único pegamento era un teórico reparto de los ingresos de la CEG equitativo entre las cuatro provincias, algo que se ha comprobado como inviable en las cuentas formuladas para este año. Fontenla cargó entonces contra el disparate y vertió toda clase de descalificaciones sobre Alvariño y los supuestos traidores.

Circularon varios dosieres que no llegaron a trascender más allá de la refriega interna entre dos viejos enemigos. Y también hubo lugar para reproches entre las dos caras más visibles del empresariado gallego en los últimos tres lustros. Una vez en el cargo, Alvariño desplegó una política de corte muy presidencialista, lo mismo que en el pasado le reprochaba a Fontenla. La situación económica de la CEG tampoco era para tirar cohetes. Pero el jefe de la patronal fue laminando la herencia de su antecesor con el apoyo de la nueva mayoría dirigente.

La excusa para quebrar la alianza electoral fue una partida de trescientos mil euros, un 50 % más que el año anterior, que Alvariño quiso introducir en las cuentas de la entidad para el 2014. Esa cifra es casi un 10 % del presupuestode la CEG, que ronda los 3,5 millones. El problema es que esos trescientos mil euros iban destinados a aumentar los fondos disponibles para que el presidente pudiera contratar asesorías externas. «Es una manera de pagar favores y no nos puede decir que hay dinero para contentar a los suyos y que no quedan fondos para el funcionamiento de la mayoría», analizaba uno de los críticos tras el varapalo en la asamblea.

La votación fue de 60 votos a favor de la propuesta de Alvariño y más de 90 en contra. Y, contra lo que sostiene la versión oficial, no fue una sorpresa. A Coruña y Lugo ya expresaron sus dudas y se abstuvieron en la junta directiva.

¿Ruido de sables?

El revés tiene pocos efectos prácticos. Restringe la capacidad financiera de la patronal gallega a solo el dinero necesario para afrontar los gastos corrientes. Alvariño ya comunicó su intención de convocar una junta directiva a finales de agosto para presentar un nuevo documento que, en todo caso, tendrá que ser refrendado en una asamblea que no se celebrará hasta finales de septiembre.

La pregunta ahora es si hay posibilidad de un cambio de líder en la CEG. El entorno de Antonio Fontenla lo descarta. «A Coruña no cambió de postura. Fontenla defendió en la asamblea lo mismo que dijo durante la campaña electoral y mientras fue presidente. Alvariño tiene imposible cumplir sus promesas y no será A Coruña la que pida su cabeza», insisten fuentes conocedoras de la situación en la patronal. No será fácil encontrar nuevos equilibrios. Es necesaria la entente de tres de las cuatro provincias para dotar a la entidad de una mayoría sólida que garantice su gobierno.

En un hipotético juego de tronos por la silla de la patronal, pocos quieren ver de vuelta a Fontenla. Como Alvariño, cuenta con el hándicap de la edad. Los dos históricos dirigentes del empresariado gallego han taponado el relevo y ninguno cuenta con un delfín claro. La distribución del voto obliga a tejer nuevas alianzas y son muchos los que, en voz baja por ahora, abogan por una renovación inmediata. «Claro que puede haber alternativas», admiten en ambos bandos.