Adiós al eurocomisario Olli Rehn, el fiscal de España

Adolfo Lorente BRUSELAS / COLPISA

ECONOMÍA

El comisario de Asuntos Económicos ha sido inflexible con el país

23 jun 2014 . Actualizado a las 11:34 h.

Abran el diccionario de la Real Academia Española de la Gran Depresión y busquen en la O: Opresión, órdago, oscuridad, ostracismo... Demasiados términos para resumir 6 años de crisis que, en palabras del Gobierno, han sido una «auténtica tortura». Sigan leyendo. Obstrucción, ocaso, ocupación, Olli... Sí. Olli Rehn: «Mikkeli, Finlandia, 1962. Dícese del severo fiscal de las cuentas de España durante la peor crisis desde la Segunda Guerra Mundial». Mirada pétrea, gesto adusto, frío... «Sí, pero con el corazón caliente», contrarrestó esbozando una de sus pocas sonrisas. La mostró a las 20.37 horas del jueves en Luxemburgo, en su último Eurogrupo como comisario de Asuntos Económicos y vicepresidente de la Comisión. «Gracias. Han sido muchas madrugadas juntos. Momentos muy complicados. Les echaré a todos de menos, chicos. Buenas noches y buena suerte». De los palos, al aplauso de los periodistas. Sí, Olli se va.

«Su contribución en estos años de crisis ha sido importantísima. La valoración es muy positiva. Es muy inteligente en el manejo de las diferentes situaciones», aseguró el ministro de Economía español, Luis de Guindos. Unas loas que llegaron apenas 15 minutos antes de que el elogiado, a las preguntas sobre la polémica reforma fiscal de Rajoy, le soltara la última perla a «mi gran amigo Luis de Guindos». «No puedo decir que hayamos sido intensamente consultados sobre ella», resumió.

Un dardo que dice mucho

Un dardo que puede parecer inofensivo, pero que en la jerga bruselense dice mucho. Rehn ha sido uno de los malos de la película en la gestión de la crisis que ha azotado a la UE. El hombre de negro de pelo cano que en febrero del 2010 aceptó la patata caliente que le cedió el presidente de la Comisión, José Manuel Durão Barroso. Rehn fue nombrado comisario de Asuntos Económicos en sustitución de Joaquín Almunia y en pleno huracán de los mercados. En un momento con el euro con pie y medio en el precipicio, y la Unión transitando por lo que el viernes definió como «un valle de lágrimas». Del «gaste usted todo lo que quiera» se pasó a precintar el grifo de la noche a la mañana. Nada de gastar y si quiere hacerlo, distribuya mejor sus gastos. Y en este nuevo escenario en el que solo Alemania y sus aliados del norte se sentían como en casa frente a los despilfarradores del sur, qué mejor que un nórdico para imponer rigor y disciplina. Su biblia pasó a llamarse Pacto de Estabilidad y Crecimiento, una severa hoja de ruta en la que el cumplimiento del déficit y su rebaja hasta el 3 % del PIB se convirtió en obsesión. No hay que olvidar que España, en este capítulo, es con diferencia uno de los peores de la clase. Cuando el finlandés llegó al cargo, España acumulaba un desfase del 10 % del PIB. En otras palabras: gastaba al año 100.000 millones más de lo que ingresaba. Y esto es difícil de explicar y más de entender para un alemán o para un finlandés que parte de sus estudios los realizó en EE. UU., paradigma de los estímulos económicos y del buen gastar.

Europeísta convencido

Es un europeísta convencido que llegó a Bruselas en 1995 con el acta de eurodiputado (por el liberal Partido de Centro) bajo el brazo. Hasta el 2002 fue jefe del gabinete de Erkki Liikanen, entonces comisario de Telecomunicaciones, que se marchó a dirigir el Banco Central de su país. Fue entonces cuando Finlandia pensó en Olli Rehn para ocupar la vacante de su país en el Ejecutivo comunitario. Luego pasó a ser comisario de Ampliación entre el 2004 y 2010 -le tocó lidiar con la compleja adhesión de Rumanía y Bulgaria en el 2007- y ya en el 2010, dio el salto a la fiscalía general: el puesto de comisario de Asuntos Económicos. Ahora se va. Y llega Jyrki Katainen, que también viene de Finlandia, del frío.