Arranca la última campaña con cuotas lácteas

Xoán Ramón Alvite Alvite
x. r. alvite REDACCIÓN / LA VOZ

ECONOMÍA

El cambio de sistema abre numerosas incógnitas entre los ganaderos

30 mar 2014 . Actualizado a las 08:00 h.

Pasado mañana, 1 de abril, arranca la campaña agraria 2014-2015, la última en la que estarán vigentes las cuotas lácteas. Un mecanismo de control de la producción que ha pasado de ser denostado, por cuanto se creía limitaba la capacidad de crecer de los productores, a considerarse por muchos efectivo e incluso imprescindible para evitar una sobreproducción y un consecuente desplome de los precios de la leche en origen.

Las cuotas arrancaron en Europa en 1984, aunque España se incorporó al sistema en el año 1986. Nacieron como una forma de restricción de la producción para intentar corregir el desequilibrio existente entre la oferta y la demanda de leche, que provocaba caídas importantes de los precios pagados a los productores. Inicialmente iban a aplicarse durante solo cinco campañas lácteas, pero el sistema se ha ido prorrogando con distintas modificaciones hasta la actualidad.

En realidad, ahora esas cuotas desaparecen por cuestiones puramente políticas y no técnicas. De hecho, los más críticos con la supresión de los cupos de producción cargan con dureza contra las desacertadas políticas neoliberales que, según dicen, algunos Estados vienen imponiendo en el sector agroganadero comunitario. La supresión de las cuotas comenzó a tratarse en el 2003, si bien fue en noviembre del 2008 cuando el Consejo de Ministros de Agricultura de la Unión Europea lo aprobó definitivamente. La danesa Mariann Fischer Boel, comisaria de Agricultura por aquel entonces, lo justificaba por el hecho de que las cuotas limitaban la capacidad de crecer de las granjas y en que los ganaderos europeos ya estaban suficientemente preparados para competir en un mercado globalizado.

En líneas generales, las cuotas han logrado regular la producción en el conjunto de la UE, si bien en casos particulares, como el gallego, han supuesto un serio lastre para el crecimiento de la granjas. Conviene no olvidar que, además del dinero invertido en comprar mayores derechos de producción, las sanciones aplicadas en las seis campañas que se excedió la cuota nacional supusieron desembolsos de más 54 millones de euros a los ganaderos gallegos.

Lo que viene

¿Qué sucederá a partir de esta campaña? Es difícil pronosticar las consecuencias de la supresión de cuotas. Mientras los más optimistas creen que la desaparición no acarreará traumas gracias a que el aumento lineal de cuota que se ha venido realizando en todos los países miembros en los últimos años -el conocido como aterrizaje suave- prácticamente ha liberalizado ya los mercados sin excesivas consecuencias, otros creen que puede suponer la ruina para el sector gallego. Inciden en el efecto negativo que sobre los precios puede tener un más que previsible aumento de la producción.

La Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos (COAG) se atreve incluso a pronosticar un aumento de la producción de un 5 % y una caída de los precios del 10?%. El hecho de que España sea un país deficitario -produce 6,5 millones de toneladas al año y consume más de 9- también hace pensar que los excedentes de otros países, como ha sucedido en otras ocasiones, acabarán aquí.

El impacto en Galicia

Las especiales características del sector ganadero gallego hacen pensar que Galicia saldrá más perjudicada que otras zonas de Europa con esa liberalización de los mercados. De entrada, obligará a las granjas a mejorar su competitividad. Para ello será necesario disponer de unas infraestructuras y unos sistemas de manejo que no todas las explotaciones tienen o están en disposición de tener.

Actualmente, la producción media de un establo gallego -algo más de 200 toneladas anuales- es la más baja de España y representa menos de un tercio de la de países como Francia o Alemania. Según los últimos datos de Cooperativas Agroalimentarias, referentes al 2012, 8 de cada 10 explotaciones lácteas de Galicia no alcanzan la media española de producción: 312 toneladas anuales.

Pese a estos augurios, hasta el momento no hay previsto ningún plan para corregir posibles desequilibrios en el sector. Bien es cierto que numerosos países han reiterado la necesidad de poner en marcha mecanismos de control del mercado que supongan una red de seguridad para la ganadería.

No habrá tampoco ningún tipo de compensación por las fuertes inversiones que los productores gallegos realizaron en la compra de mayores derechos de producción. Solo durante el período 2002-2005, último año en el que se permitió la compra-venta entre particulares, se calcula que el desembolso económico realizado por este concepto superó los 250 millones de euros. Eso sí, los ganaderos seguirán percibiendo dentro de sus nuevos derechos de pago base de la PAC los tres céntimos anuales que hasta el momento venían percibiendo por cada kilo de cuota asignada.

Galicia será una de las zonas más afectadas con liberalización de los mercados