Los números son claros: la inversión extranjera se acercó a los 16.000 millones en el 2013, un 8,8 % más que el año anterior. Desde la Secretaría de Estado de Comercio explican este incremento con cuatro variables. Dos de ellas parecen innegables: ya no hay dudas acerca de la permanencia y evolución del euro, y se está produciendo una ligera mejoría en la economía española. La tercera es, al menos, discutible: este incremento supone un anticipo de la recuperación. La cuarta razón, sobre la que el Gobierno saca pecho una y otra vez, no solo no es una razón de peso sino que es motivo de preocupación: se ha recuperado competitividad en las empresas. Hasta la propia ministra de Empleo reconoce que esta mejora competitiva no se deriva de un incremento de la productividad, de una mejora de la eficiencia en nuestro tejido industrial, sino que se produce por una fuerte reducción de los salarios. Y la batalla de la mano de obra barata es una batalla perdida (siempre habrá alguien que lo haga más barato) en la que la sociedad no quiere participar.
En Galicia, el incremento fue del 18 %, alcanzándose una cifra de 219 millones de euros. Esto supone un 1,4 % de todas las inversiones. No olvidemos que nuestra comunidad pesa aproximadamente un 5 % del total nacional y que aunque tenemos una tasa de paro un poco menor (siendo altísima), necesitamos que los inversores confíen más en nuestras capacidades. No porque puedan comprar empresas a precio de saldo sino porque nuestra ecuación precio/valor sea mejor.