Científicos del AZTI y del IEO trabajan para diferenciar el «stock» del norte y el del sur, única vía que ve el sector para lograr la cuota que precisa
10 feb 2014 . Actualizado a las 07:00 h.Con la guerra que hay en el norte entre Bruselas, Noruega, Feroe e Islandia por la caballa y el jurel, las esperanzas de la flota gallega y del resto del Cantábrico (ahora también a la gresca entre ellas) por volver a tener una costera del verdel normal, de las de toda la vida -esto es, que se prolongue durante toda la estadía de esa especie pelágica en las aguas ibéricas y no como ahora, que no dura más allá de semana y media-, son prácticamente nulas. Con las islas Feroe autoasignándose la cuota que necesita, e Islandia fijándose para sí la que su flota precisa para sobrevivir, el recatamiento de Bruselas y Oslo, que rebajaron su cupo de la especie sin tomar apenas represalias -solo hace unos meses se decidió a cerrar el mercado a los productos feroeses-, merma cada vez más las posibilidades de las flotas del sur de Europa, que apenas reciben un nimio 5 % del total admisible de capturas (TAC). Y lo peor: no ven salida. Bueno, una sí, pero a lo lejos; la luz al final del túnel es ahora tan solo un pequeño punto en el horizonte, pero la flota ha decidido emprender ese camino.
Para los pescadores del caladero del Cantábrico y Noroeste, la solución a las estrecheces en caballa y jurel -cuya cuota bajará un 26 % en el 2014- pasa por demostrar que lo que se pesca aquí, en aguas ibéricas, no es lo mismo que se captura allá, en el mar del Norte, y más para arriba. Que las xardas que capturan los gallegos son primas, y no hermanas, de las que caen en las redes de noruegos e islandeses.
En eso andan los científicos de los institutos de investigación AZTI y del IEO. Tienen por delante la empresa de encontrar evidencias científicas que justifiquen la separación de una especie que ahora se gestiona conjuntamente, sin tener en cuenta los lazos de parentesco que pueda haber entre una y otra xarda, ni la situación biológica de una y otra.
Lo que pasaba hace 20 años
Lo cierto es que ese fondo común es relativamente reciente. Hasta el año 95 se abordaban por separado tres unidades de stock: la población sur o meridional, la población oeste, y la del mar del Norte. Ocurre que la caballa del Cantábrico migra al norte tras el verano y se agrupa en otoño con la del oeste y el mar del Norte, como demuestran estudios de marcaje realizados por el propio AZTI. En ese momento, diferenciar las capturas procedentes de una y otra área era casi imposible, por lo que se decidió gestionar el stock como una única población -esto es, como si todas fuesen hermanas-, pero con tres componentes de puesta distintas.
No obstante, hay estudios de genética que constatan claras diferencias entre los ejemplares que desovan en el norte y aquellos que lo hacen en latitudes más meridionales, con lo que más que hermanas serían primas.
Demostrar que este es el parentesco real es el objetivo que se han marcado los técnicos de AZTI. «Si conseguimos demostrar que hay un retorno de la caballa y que los individuos del sur migran al norte para alimentarse pero después regresan a aguas atlánticas a reproducirse se podrá argumentar la división de los stocks y, por tanto, plantear una gestión diferenciada», explicaba Lucía Zarauz, de la unidad de Investigación Marina del AZTI, en una jornada en la que la bajura del Cantábrico se reunió en la sede de la Federación Galega de Confrarías para analizar distintos proyectos europeos.
¿Y cómo se hace esa separación? A través de estudios genéticos y del otolito de los peces. Se han tomado muestras de caballa de Canadá, Escocia, el Mediterráneo e Italia, y se han capturado 600 individuos adultos en Porcupine, el mar Céltico y el Cantábrico para empezar con la secuenciación del ADN y hallar ese rasgo diferencial. Si se demuestra que son diferentes y, encima, se comprueba que hay un componente de retorno se podrá defender un TAC exclusivo para el Cantábrico Noroeste.