El fracaso del automóvil eléctrico entierra en Galicia 40 millones en ayudas

Manoli Sío Dopeso
m. sío dopeso REDACCIÓN / LA VOZ

ECONOMÍA

La Xunta ha aportado 17 millones al fomento de un tipo de vehículo del que solo se han vendido 15 unidades este año

13 oct 2013 . Actualizado a las 13:49 h.

Inversiones millonarias de multinacionales de baterías y coches eléctricos, redes de electrolineras, subvenciones a demanda. Parecía ficción y no lo era, pero la burbuja gallega de la electromovilidad surgida al amparo de la industria de la automoción y de las ayudas públicas allá por el 2009 acabó dándose de bruces con la realidad.

El vehículo no funciona en el mercado. No hay ventas, y de ello dan buena muestra las 15 unidades matriculadas entre enero y septiembre en la comunidad gallega. Su producción es igualmente insignificante, y ya no está (tal vez nunca lo ha estado) entre las prioridades de los fabricantes, cuya meta principal ahora es tratar de colocar el gran volumen de vehículos de combustión que no consiguen vender. Con los fabricantes en retirada, el castillo de naipes del coche enchufable se derrumba y las Administraciones pliegan velas o se baten en retirada de la carrera por financiar e inaugurar puntos de recarga.

Han bastado dos años para que gran parte de los proyectos industriales gestados en Galicia en torno al vehículo eléctrico se hayan venido abajo, después de haber recibido cerca de 40 millones entre Xunta y Gobierno, a través de distintos programas (ayudas a los fabricantes, apoyo a la I+D del sector o bonificaciones a la compra).

En concreto, la Administración gallega ha destinado más de 17 millones de euros: 2,4 millones cofinanciados con fondos europeos, para la puesta en marcha de estaciones pioneras de electromovilidad, 2,8 millones más de respaldo a la industria para el desarrollo de apoyos innovadores, a los que hay que sumar 3 millones de euros para la producción de las furgonetas eléctricas Peugeot Partner Galicia y Citroën Berlingo Galicia en la planta del grupo PSA en Vigo, a los que hay que sumar 11 millones más para su promoción.

Adiós a las ayudas

El sueño de la movilidad eléctrica deja además más de 300 millones en inversiones frustradas de grandes multinacionales que llegaron a poner su objetivo en Galicia. Es el caso de los 250 millones del consorcio Mitsubishi-Yuasa que estuvieron a punto de llegar en el año 2009 para la construcción de la mayor fábrica de baterías de litio de Europa, cuyas sinergias generarían otros tantos millones procedentes de proveedores subsidiarios, según las estimaciones del consorcio nipón. El proyecto ahora «congelado» según la multinacional, permanece en cartera a la espera de una reacción favorable del mercado a nuevos lanzamientos, dado el fracaso de los escasos modelos que están a la venta.

La compañía británica Xero Technology proyectó una factoría en el Concello ourensano de Melón, que sería pionera en Europa y en la que fabricaría un vehículo eléctrico. Su idea era producir 20.000 vehículos al año cuando la factoría estuviera a pleno rendimiento (en el año 2015). La inversión anunciada era de 30 millones de euros y la ocupación de 100.000 metros cuadrados en el futuro parque empresarial del citado concello. Incluso se desveló el modelo a fabricar y su precio: 18.000 euros más IVA. La Xunta también estaba dispuesta a gestionar entre 8,5 y 11 millones de euros en ayudas para que el proyecto saliera adelante. Pero el proyecto también hizo aguas.

Oportunidad perdida

Dicen en el sector que la electromovilidad es la gran oportunidad perdida para Galicia. Pero la cosa no va mejor en el resto de España, en donde, a día de hoy, ni siquiera se ha llegado al millar de unidades matriculadas (la mayoría adquiridas por Administraciones) cuando las previsiones del Gobierno de Zapatero, en el año 2010, apuntaban a superar las 14.000 en el 2012.

El pronóstico ha sido erróneo, pero lo más curioso es que, después de más de 300 millones de euros de dinero público destinado por los dos últimos Gobiernos a impulsar el vehículo eléctrico, parece que todo el mundo sabía que iba a ser un fiasco, empezando por los propios fabricantes. En una cumbre reciente, la Asociación de Constructores Europeos de Automóviles (Acea) certificó el fracaso del vehículo eléctrico y le echó buena parte de la culpa a la crisis económica. Visto lo visto, los fabricantes han rebajado las expectativas para su futura cuota de mercado. Acea prevé que las ventas de vehículos eléctricos estará en el rango del 2 al 8 % del total de nuevos matriculados en el próximo decenio, dependiendo de las estrategias de cada fabricante.

Con estas previsiones, ¿qué sentido tiene que el Gobierno vuelva a comprometer 10 millones para incentivar la compra de este tipo de coches en el 2014 si, además, los único clientes son las Administraciones?