Francia reabre sus fronteras para el mejillón cultivado en Galicia

Rosa Estévez
rosa estévez VILAGARCÍA / LA VOZ

ECONOMÍA

Mar insiste en que el país vecino no ha justificado sus acusaciones

01 may 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

El mejillón gallego ya puede volver a venderse en Francia. Según informó ayer la Consellería do Mar, el país vecino ha decidido reabrir las fronteras para un molusco al que hace unas semanas puso bajo sospecha al atribuirle la responsabilidad de varios casos de gastroenteritis. En estos momentos, explican desde la Xunta, las autoridades galas entienden que la causa que provocó la alerta sanitaria lanzada el día 12 ya no existe, motivo por el que han decidido abrir sus fronteras y permitir el paso y la venta de los mejillones gallegos. Eso sí, la alerta que dañó su imagen no ha sido aún retirada. Y las causas que llevaron a Francia a dar la voz de alarma tampoco han sido, aún, explicadas.

La Consellería do Mar sostiene que faltan pruebas de cargo contra el mejillón gallego. Los documentos remitidos por las autoridades francesas a la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición no recogen ninguna prueba analítica que apunte a que el problema sanitario registrado en el país vecino estuviese escondido entre las conchas del bivalvo gallego. De hecho, los franceses achacaron inicialmente los casos de gastroenteritis al consumo de mejillones afectados por toxinas lipofílicas, las mismas que cerraron la mayoría de los polígonos de bateas gallegos tras la Semana Santa.

De inmediato echaron el cerrojo a sus fronteras y procedieron a retirar de sus mercados todos los mejillones importados de Galicia a partir del 25 de marzo. Días después, aún sin ofrecer ninguna explicación, las autoridades galas modificaron la alerta sanitaria y resituaron el origen del problema: habrían sido «agentes patógenos» los culpables de las gastroenteritis.

Las idas y venidas

Todas estas idas y venidas han pasado factura al mejillón gallego. Y lo han hecho de varias formas. En primer lugar, porque su imagen ha quedado dañada, y porque dañada seguirá mientras no se acabe de arrojar luz sobre todos los ángulos oscuros que aún quedan en este asunto y que salpican, también, a las depuradoras francesas que procesan buena parte del bivalvo que se envía al país vecino. Y, en segundo lugar, por las dudas que se sembraron sobre el sistema de control de biotoxinas que ejerce desde el Intecmar y que es considerado modélico en toda Europa.