Reformas para intentar no quebrar la frágil confianza de los mercados

mercedes mora REDACCIÓN / LA VOZ

ECONOMÍA

Los expertos advierten al Gobierno del peligro de caer en la complacencia

03 feb 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

análisis gIRO EN EL DISCURSO DEL EJECUTIVO

«El optimismo de los mercados financieros no debe llevar a la complacencia política». Lo dijo hace dos semanas Olivier Blanchard, economista jefe del Fondo Monetario Internacional (FMI). Y fueron muchos los que vieron en esas palabras un claro aviso a navegantes dirigido a España. Días después era Olli Rehn, comisario europeo de Asuntos Económicos y Financieros, quien alertaba en Madrid de que «no hay margen para la complacencia».

El giro en el discurso del Gobierno de Rajoy -que en las últimas semanas ha pasado de la exposición reiterada de la cruda realidad para exigir sacrificios a la ciudadanía a hablar de «signos de luz al final del túnel»- no despierta simpatías entre los analistas. Tampoco entre los del FMI, quienes avisan de que no es bueno «hacerse ilusiones» porque «se ha evitado el precipicio, pero ahora toca escalar montañas». Ni en los despachos de la capital belga: «Los desafíos son muy grandes», dijo Rehn.

Aseguran los expertos que la coartada del Ejecutivo para ese cambio de discurso: la indiscutible mejora de la prima de riesgo es obra y gracia del plan de Mario Draghi, presidente del Banco Central Europeo. Reconocen, sí, el valor de los duros ajustes y reformas aplicados por el equipo de Rajoy. Y también el de algunos de los últimos pasos de Europa para atajar la crisis, como la apuesta por la unión bancaria.

Pero insisten en que quien de verdad ha evitado el desastre ha sido el BCE. Por mucho que los ministros patrios aprovechen la menor ocasión para colgarse parte de la medalla, aludiendo a la contención del déficit y el afán reformista para explicar el giro en la percepción de España. Y advierten que la mejora puede acabar yéndose al traste si el Ejecutivo se instala en esa peligrosa complacencia de la que hablan Bruselas y el FMI y levanta el pie del acelerador de las reformas. Es más, identifican cuáles son las de mayor enjundia y que, a su juicio, conviene afrontar cuanto antes si no quiere Rajoy quebrar la recién recuperada confianza de los mercados, colmando su paciencia.

pensiones

Sostenibilidad. La jubilación a los 65 años ya es historia. Con el nuevo año entró en vigor la reforma de las pensiones de Zapatero, que elevará progresivamente la edad de retiro hasta los 67 años en el 2027. En el 2013, por ejemplo, será necesario tener 65 años y un mes para poder jubilarse. Además, aumenta el número de años cotizados para calcular la cuantía de la pensión y el tiempo necesario para poder cobrar el 100 %.

También ha planteado la ministra Báñez el endurecimiento de las jubilaciones anticipadas y parciales. Y se ha dado un plazo de tres meses, hasta el 31 de marzo, para alcanzar un acuerdo en el seno del Pacto de Toledo. Si no, decretazo al canto.

Pero a Bruselas no le basta. Y no solo se trata de acortar el calendario previsto para que la jubilación a los 67 sea una realidad, que también. El principal empeño de Europa se llama sostenibilidad. Que no es otra cosa que incorporar al sistema un mecanismo de ajuste automático del gasto en pensiones atendiendo a la evolución de la economía y a la esperanza de vida. Traducido: menos prestaciones y más bajas. El cómo habrá que verlo, pero parece claro que la subida automática en función del IPC tiene los días contados, si es que no es ya un cadáver.

Administración Pública

Treinta años después. La reforma de la Administración Pública es una de las patatas calientes que tiene Rajoy sobre la mesa. Europa aprieta, y en Bruselas están convencidos de que no queda otra que andar ese camino si de verdad queremos cuadrar las cuentas y recortar el déficit.

Es un terreno este en el que nadie ha metido mano desde hace 30 años. Pero ya hay un equipo trabajando en ello, que diría Aznar. Lo pilota Sáenz de Santamaría. Y las cifras que manejan los expertos son de vértigo. Hasta cien mil millones calculan algunos que se podrían ahorrar vendiendo empresas públicas en pérdidas, eliminando las diputaciones y el Senado y suprimiendo las televisiones autonómicas, entre otras cosas. Aunque habrá que ver, admiten esos mismos expertos, si el Ejecutivo se atreve a tanto. No lo creen.

El objetivo principal es erradicar las duplicidades de competencias. Y, en principio, la comisión de Gobierno que está preparando el terreno debería haber finalizado sus trabajos en junio, poniendo negro sobre blanco las recetas para adelgazar el sector público.

Ayuntamientos

«Una Administración, una competencia». Ese fue el mensaje de Rajoy en la investidura. Y en ese marco es en el que hay que encuadrar la reforma de la Ley de Bases del Régimen Local (ayuntamientos, para entendernos) que ultima el Gobierno. La idea: limitar las competencias que pueden ejercer, exigiendo unos mínimos de eficiencia para desarrollarlas, y potenciar las diputaciones provinciales, que asumirían las de los municipios de menos de 20.000 habitantes que no tengan capacidad para ello. El Ejecutivo quiere también reducir el número de concejales que se elegirán en el 2015 y poner un tope al sueldo de los alcaldes.

MERCADO de trabajo

Más allá de la reforma laboral. El paro, sobre todo el juvenil, sonroja a los líderes europeos. Y en Bruselas andan empeñados en que hay que tomar medidas. El Banco de España, erre que erre con que hay que desvincular los salarios del IPC. Y De Guindos ya deslizó el otro día que están previstas «nuevas medidas de flexibilidad salarial». Traducido: más facilidades para que los empresarios puedan bajarles el sueldo a sus empleados. Por ahí van los tiros.

La reforma de las pensiones es uno de los mayores empeños de Bruselas