«Me conformo con llevarme algo a la boca»

Mario Beramendi Álvarez
m. beramendi SANTIAGO / LA VOZ

ECONOMÍA

Un ganadero en la calle después de ser despedido y no encontrar trabajo

27 ene 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

Ganadero cordobés, con 59 años de edad, Rafael Bioque se pasó gran parte de su vida en San Sebastián, donde trabajó durante mucho tiempo vinculado a la construcción y la albañilería. Pero la grave crisis económica iniciada hace cuatro años lo zarandeó con tal intensidad que no ha vuelto a levantar cabeza. «Hasta el verano pasado fui más o menos resolviendo con pequeños trabajos, pero lo último que pude hacer fue la recogida del albaricoque en Zaragoza en septiembre», recuerda. A las puertas de una iglesia en la zona monumental compostelana, Rafael sostiene un pequeño vaso de plástico en el que recoge las limosnas que recibe de los ciudadanos que van a la misa de las doce. «No suelo recaudar mucho; algunos días diez euros, pero es una excepción; normalmente junto entre cuatro y cinco, lo suficiente para poder comer y evitar dormir en la calle, que es mi gran miedo».

Después de saber lo que es dormir en la calle por culpa de estar parado o de vivir con la angustia de recaudar en el día para poder pagarse una habitación, Rafael acaba de encontrar un pequeño piso que comparte y por el que paga cada mes algo menos de cien euros.

«Llegado a este punto me conformo con eso, con un techo, por modesto y frío que sea, y con llevarme algo a la boca; a veces voy a la Cocina Económica, pero normalmente suelo irme a casa con los pocos euros que recaudo y me hago unas lentejas o unos huevos fritos», precisa.

Rafael Bioque dice que ya ha perdido toda esperanza de encontrar un trabajo que le permita mejorar sus precarias condiciones de vida. «Si no son capaces los jóvenes preparados y formados, ¿dónde voy yo?», se pregunta resignado.

Sin hijos a su cargo, Rafael, cada vez que puede, suele volver a su tierra natal, Córdoba, donde tiene a sus familiares, muchos de los cuales desconocen la situación de necesidad que sufre.

A punto de marcharse a comer, después de haber recaudado un pellizco a la salida de la misa, Rafael recuerda que aterrizó en Santiago porque decidió hacer el Camino el pasado verano, después de quedarse sin su último trabajo.