Curiosamente el coche eléctrico fue un invento anterior al del coche de explosión. El primer hito de estos vehículos fue la conquista, en los albores del siglo XX, de un récord de velocidad por parte de un vehículo eléctrico al que se llamó La jamais contente (nunca contento), que en 1899 alcanzó los 100 kilómetros por hora. Incluso en aquella época, Porsche, ya tenía un automóvil movido por cuatro motores eléctricos, antes de que sus sucesores se convirtieran en los abanderados de los coches deportivos de gasolina. Pero poco después, en los años treinta, la eclosión de los motores de explosión acabaría con los motores de bobinas. No sería hasta la crisis del petróleo, en los años setenta, cuando los grandes fabricantes empezaron a interesarse de nuevo por los coches eléctricos. Sin embargo, el gran empuje a esta tecnología, que hoy dio sus frutos, se remonta a los años noventa cuando se empezaron a ensayar en Japón y EE.UU.