La incógnita sobre el devenir de la infraestructura se desvelará a fin de mes
11 ene 2013 . Actualizado a las 07:00 h.La última palabra sobre la viabilidad de la autopista del mar de Vigo la tendrán los potenciales clientes. El presidente de Suardiaz, Juan Riva, la naviera que acaba de adjudicarse el transporte de Citroën con Francia, es claro: «Si no existe compromiso por parte de los cargadores da igual lo que hagamos, da igual la subvención». Riva asistió ayer en Vigo al virtual corte de cinta del recién estrenado servicio, acto que también contó con la presencia de responsables de Gefco, la compañía que se encarga de la logística del Grupo PSA y, por ende, pata principal de los tráficos de la futura autopista.
La incógnita sobre el devenir de la infraestructura se desvelará a fin de mes. Será entonces cuando se conozca el contenido del informe que, de forma conjunta, están elaborando Fomento y Suardiaz. «La impresión que tenemos es que hay potencial para desarrollarla pero, sin modificar el proyecto, habrá que adaptar algunas cuestiones», señaló Riva. Precisamente con el fin de garantizar la rentabilidad de la autopista del mar, Suardiaz ha iniciado una serie de contactos con sectores y empresas potencialmente interesados en el servicio -«esta mañana hemos tenido los últimos», dijo Riva-. Al margen del de la automoción o el de la pizarra, que son los que ya se realizan, otros sectores que podrían sumarse a los tráficos son el del textil portugués o el maderero gallego.
Modificaciones
El presidente de Suardiaz subraya que, si bien la estructura básica del convenio que en su día firmaron los Gobiernos de España y Francia no puede modificarse, sí puede adaptarse para que se convierta en una herramienta lo más eficiente posible. En este sentido, añadió que la ruta entre Vigo y Saint Nazaire -eje central del proyecto- podría ampliarse en el futuro por fases. «Le Havre es un destino importante, pero también lo es el norte de África. Se puede hacer por fases», dijo Riva, que reconoció que antes de hacerse Suardiaz con el servicio, existió un «riesgo real» de que todo el tráfico de tráileres hubiera vuelto a la carretera.