El BCE abre la puerta a una rebaja de tipos al empeorar las previsiones

Almudena de Cabo COLPISA

ECONOMÍA

Draghi prorroga al menos hasta julio la financiación ilimitada a la banca para evitar una crisis de liquidez

06 dic 2012 . Actualizado a las 23:25 h.

La economía europea evoluciona peor de lo previsto. El presidente del Banco Central Europeo (BCE), Mario Draghi, despidió el pésimo año 2012 augurando una actividad débil en los próximos meses, que solo empezará a remontar si los países hacen los deberes. La institución dejó sin cambios, en el mínimo histórico del 0,75%, el precio oficial del dinero en la zona euro. «Hubo un amplio debate sobre la posibilidad de bajar los tipos, y la decisión se tomó por consenso», admitió Draghi. Las sombrías perspectivas económicas, y la existencia de distintos criterios en la cúpula del BCE abren la puerta a una futura rebaja de los intereses, según opinión de muchos expertos.

Por otra parte, dispuesto como está a evitar a toda costa una crisis de liquidez, el BCE anunció que seguirá prestando a los bancos cuantos fondos necesiten mediante operaciones de refinanciación. Y lo hará «durante tanto tiempo como sea necesario, o al menos hasta el 9 de julio de 2013», al tiempo que explicaba que la entidad no se había planteado nada nuevo sobre imponer tipos negativos a la facilidad de depósito, lo que implicaría cobrar a los bancos de la eurozona un interés por el dinero guardado diariamente en la «hucha» del BCE.

En el mercado de deuda español, los inversores acogieron con recelo estas decisiones. La prima de riesgo o diferencial que separa la rentabilidad de las obligaciones a diez años respecto al bono alemán del mismo plazo volvió a repuntar, y se situaba al cierre de los mercados en 419 puntos básicos, casi cinco más que en el arranque de la jornada.

Draghi rindió cuentas, como cada primer jueves de mes, tras la reunión del consejo de gobierno del BCE, a la que asistió en esta ocasión el comisario europeo de asuntos Económicos y Monetarios, Olli Rehn. Y como viene ocurriendo desde hace meses volvió a pintar un panorama negro y a reclamar a los gobiernos que sigan aplicando sus planes de ajuste para corregir los desequilibrios. Admitió que las altas cuotas de desempleo son «un precio muy elevado, pero que es inevitable pagar».

El presidente del BCE informó en conferencia de prensa de que la actividad económica seguirá deprimida y no será hasta la segunda mitad de 2013 cuando la situación empiece a mejorar. En concreto, la entidad bancaria estima que la evolución del Producto Interior (PIB) de la zona euro se sitúe en una horquilla de entre el -0,6% hasta el -0,4%, mientras que revisó a la baja sus previsiones de crecimiento para el 2013, que se situarían entre el -0,9% y un avance del 0,3%, en lugar del retroceso del 0,4% y la expansión del 1,4% pronosticado en septiembre. Para 2014, el BCE estima que el ritmo de expansión podría quedarse entre un frágil 0,2% y un 2,2%.

En su comparecencia ante los medios, Draghi afirmó que lo primero es solucionar la fragmentación del crédito y la política fiscal entre los países de la zona euro, para lo que son muy importantes los esfuerzos de los gobiernos. Los ajustes no son «una medicina que mata», respondió al periodista que le preguntó si la receta aplicada para Grecia no está matando al paciente. El presidente del BCE afirmó que los problemas actuales son producto de «políticas pobres o de la falta de decisiones que hubo en la etapa anterior a la crisis».

Condiciones del rescate

Draghi aprovechó la ocasión para matizar las palabras del vicepresidente del BCE, Vítor Constancio, quien señaló que el BCE esperaba que España solicitara pronto la ayuda de los programas de rescate. «No vamos a decir a los gobiernos lo que tienen que hacer», insistió Draghi y volvió a afirmar que el programa de compra de deuda soberana ilimitada por parte del instituto emisor está vinculado a «estrictas condiciones» bien conocidas por los gobiernos.

Hay requisitos «claros, que no hablan de negociación, ni de acuerdo sobre un nivel de tipos determinado», puntualizó. Incluso precisó que la compra de bonos en el mercado secundario no se llevaría a cabo de forma automática en ningún caso. «Es una combinación de condicionalidad y apoyo, pero el apoyo no llega inmediatamente», agregó, queriendo preservar cierta autonomía de decisión en el papel que le corresponderá a la institución.

El presidente del BCE se alineó con las tesis de Alemania, que se opone a que sus maltrechas cajas de ahorro caigan bajo la vigilancia del supervisor bancario único de la zona euro. Draghi declaró que, aunque el objetivo es cubrir todos los bancos de la zona euro para evitar la fragmentación del sistema y mantener su calidad, en la práctica es «bastante obvio que el BCE no será capaz de supervisar las 6.000 entidades de los diecisiete países». «Según descienda el tamaño de un banco y su importancia para el sistema también decrecerá la intensidad de la supervisión del BCE y se incrementará la supervisión nacional»,