Una auditoría destapó las cuentas infladas

La Voz

ECONOMÍA

10 may 2012 . Actualizado a las 07:00 h.

La presentación, este pasado viernes, de las cuentas sin auditar a la CNMV fue la señal de alarma definitiva para que Bankia acabara ayer controlada por el Estado.

Deloitte, la firma de auditoría contratada para supervisar las cuentas del Banco Financiero y de Ahorros (BFA), la matriz de Bankia, calculó hace días un agujero contable de unos 3.500 millones de euros en la entidad y por eso se negó a firmar sus cuentas del 2011, lo que habría precipitado los acontecimientos. Los auditores estimaron que BFA tenía sobrevalorada Bankia en esos 3.500 millones e instaron al banco a hacer un saneamiento extraordinario, según reveló ayer El País y confirmaron fuentes financieras. De lo contrario, la firma consultora amenazó con incluir una «salvedad» en su informe, que es como se conoce en su argot cuando una firma deja claro que no estima que las cuentas reflejan la situación real de una entidad.

BFA tiene contabilizada su participación en Bankia en 12.000 millones de euros, pero su valor contable es de 8.500 millones. Deloitte estimó que el banco debía hacer un saneamiento por esa minusvalía de 3.500 millones. Al no poder realizarlo contra su cuenta de resultados (solo declaró un beneficio de 41 millones el año pasado), debería emprenderlo contra su patrimonio, que asciende a 3.515 millones.

Bankia explicó el pasado viernes que sus cuentas anuales estaban sin auditar por la complejidad del ejercicio del 2011, en el que se produjo la transformación de sus siete cajas de ahorros en un banco.

La excusa

Los responsables del grupo sostuvieron que, por esta razón, Deloitte había requerido mayor tiempo para realizar sus trabajos y que el informe de auditoría de las cuentas anuales estaría disponible junto con la convocatoria de la junta de accionistas prevista para esta semana. Pero todo acabó precipitándose.