Tres meses y medio ha tardado el nuevo equipo de la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (SEPI) en designar a la nueva cúpula directiva de Navantia. Con los astilleros públicos abocados a la paralización total tanto en la ría de Ferrol como en la bahía de Cádiz, la designación de los responsables de la compañía se había convertido no solo en una exigencia de los trabajadores, sino de los grupos políticos y agentes sociales de toda Ferrolterra. Ayer, el consejo de administración de la SEPI designó como presidente de la empresa pública al economista José Manuel Revuelta Lapique, que desempeñaba el cargo de adjunto al presidente del Grupo Cementos Portland, y como consejero delegado a Jaime de Rábago Marín, cofundador de una empresa familiar del sector de las energías renovables.
No es habitual que en el sector naval público se den simultáneamente ambos cargos. Con anterioridad a sus responsabilidades en la industria cementera, Revuelta Lapique fue director corporativo de Asuntos Institucionales, adjunto al presidente del Grupo Repsol YPF; director adjunto al presidente del Grupo Repsol y directivo del Grupo Prisa. De Rábago Marín fue secretario técnico y vicesecretario del consejo del Instituto de Crédito Oficial, además de gerente del servicio de estudios. Otros cargos suyos han sido analista de renta fija en el banco ABN AMRO, analista de riesgos en el Credit Agricole, o adjunto al director de Grandes Riesgos y Brokers en AGF Unión Fénix. En su etapa en el ICO coincidió con el actual presidente de SEPI, Ramón Aguirre, que ostentaba la máxima responsabilidad en el instituto.
Reacción de los trabajadores
Los representantes de los trabajadores valoraron ayer positivamente el nombramiento de la cúpula. «Era urgente para que una vez por todas podamos hablar de la política empresarial que se va a seguir en Navantia», aseguró Ignacio Naveiras, del comité del astillero ferrolano.