Una deuda escondida de 300 millones

m. s. d. redacción / la voz

ECONOMÍA

Gustavo Rivas

El bloqueo de Bruselas a la contratación naval destapó gestiones abocadas a la quiebra.

22 ene 2012 . Actualizado a las 07:00 h.

Entre los años 2004 y 2007, la cartera de pedidos de los astilleros privados gallegos llegó a sumar 2.000 millones de euros. Durante el 2010 y parte del 2011, con la caída de la contratación provocada por la crisis del tráfico marítimo mundial, la mayoría de las empresas se dedicaron a entregar el trabajo pendiente en las gradas.

Para entonces, los dos buques insignia del naval gallego, Hijos de J. Barreras y Factorías Vulcano, ya estaban en números rojos, aunque confiados en poder tapar la deuda con la firma de algún nuevo pedido.

La denuncia y posterior bloqueo del tax lease, necesario para ofertar contratos de calado (ferris, sísmicos, oceanográficos...) que permitiesen tapar las fugas de liquidez, fue el golpe definitivo para dos astilleros que en poco más de un año suman una deuda de casi 300 millones.

El primero en entrar en concurso voluntario de acreedores ha sido Factorías Vulcano, con una deuda de 198 millones de euros, de la que el 49 % ha sido contraída en los últimos cuatro años con el fondo patrimonial de garantías de Pymar (Pequeños y Medianos Astilleros en Reconversión).

El sacrificio económico de la plantilla, prescindiendo de parte de su sueldo, permitió entregar el pasado mes de octubre el último barco que quedaba en las gradas. Sin carga de trabajo y sin tax lease para contratar, el astillero basa su plan de viabilidad en que Pymar, su principal acreedor, le condone el 80 % de la deuda. Pero la propuesta ya ha recibido el rechazo unánime de los demás astilleros que integran la sociedad, a pesar de que, sin esa quita, el 13 de febrero Factorías Vulcano, que emplea a 130 trabajadores, enfilará la senda de la liquidación.

Sobre la deuda acumulada por el astillero pesa como una losa la compra de Factorías Juliana, una operación desastrosa, que llevó a la firma de Vigo a pagar millonarias penalizaciones por no ser capaz de entregar a tiempo los buques adjudicados a Juliana, hoy propiedad del grupo Armón.

¿Ha habido una actuación directiva negligente? La patronal gallega del metal asegura que sí, y ha sido una de las primeras voces en pedir que se les aparte del cargo.

En las mismas está Hijos de J. Barreras, aunque por circunstancias bien distintas. En este caso, son los propios dueños del astillero los que están enfrentados entre sí tras la deriva de un astillero que desde 1998 facturó 2.400 millones de euros y en menos de un año declara una deuda de 72 millones, repartida entre 400 empresas, la mayoría de ellas, pequeñas y medianas auxiliares gallegas.

Nadie quiere las culpas

En Barreras nadie asume las culpas y eso ha llevado a una parte de los accionistas a declararse en rebeldía. El resultado del motín es un informe de cuentas que vendría a confirmar una situación de pérdidas acumuladas durante años, derivadas de buques fabricados por debajo de su precio de coste, errores de gestión y un deficiente control del gasto, según explican fuentes conocedoras del polémico documento.

La viabilidad de Barreras pasa ahora por la ampliación de capital, con la entrada de nuevos accionistas, un convenio con los acreedores dispuestos a aceptar una quita de entre el 70 y el 80 % de la deuda y la vuelta a la contratación.

Factoría Naval de Marín, sin trabajo y a punto de despedir a la mitad de la plantilla o el ya liquidado astilleros MCíes, en donde se llegaron a construir los mayores yates de lujo de España, no hacen más que cuestionar el modelo de gestión aplicado en los astilleros privados durante los últimos años, por su incapacidad para soportar el envite de circunstancias adversas. El saldo es demoledor para todo el sector naval, con más de medio centenar de empresas desaparecidas y la destrucción de 9.000 empleos.