«Estuvimos en el puesto 38 de Los 40 Principales pagando 10.000 pesetas»

Elisa Álvarez González
Elisa Álvarez SANTIAGO / LA VOZ

SILLEDA

Álvaro Ballesteros

La vida de José Tábora transcurre entre Santiago, donde reside, y Silleda, donde regenta la histórica confitería Tábora, cuyos productos están en los almacenes Harrods

24 oct 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Su primera imagen de Santiago lo lleva a Entrerríos, en donde vivía un tío de su padre que tenía una pequeña estación meteorológica, «recuerdo el jardín de su casa y a él midiendo la lluvia, el viento y la temperatura. Cubría unas hojas y el cartero recogía los datos para la agencia estatal». José Tábora Lores siempre estuvo vinculado a Compostela, «por Silleda pasaba mucha gente de paso, estudiantes que venían a Santiago, y aunque pertenecemos administrativamente a Pontevedra, nunca vamos allí», cuenta.

A los 13 años se vino interno a La Salle, y a pesar de que solo iba al final del trimestre a su casa, asegura que fue una gran experiencia. Le encantaba leer y devoraba los libros de aventuras de la biblioteca del colegio. Además, asegura que los profesores no eran duros, «con los buenos estudiantes no». José no tenía muy claro su futuro por aquel entonces. Su familia regentaba la conocida confitería Tábora en Silleda, que ya ha cumplido 136 años, y como sus padres no le presionaban decidió decantarse por Derecho, porque ofrecía un abanico de posibilidades laborales al finalizar.

Pero se equivocó, «me di cuenta que no era lo mío», explica. Le pareció una carrera farragosa, poco motivadora, y no olvida cómo aprobó con el catedráticos Dors, «por agotamiento». Suspendió y tuvo que presentarse en septiembre a un examen oral. «Era un día de septiembre con un calor tremendo -recuerda- y los miembros del tribunal estaban agotados. Cuando llegaron a la t de mi apellido eran las ocho de la tarde, me hicieron cuatro o cinco preguntas, les di los enunciados y me dijeron: tiene un cinco, ¿quiere más? Y respondí: ¡de ninguna manera!», relata con humor.

Convencido de que el Derecho no era lo suyo, dejó la carrera en tercero. Pero ya estaba Tábora embarcado en otra faceta, la musical. Con otros tres amigos de Lalín y Silleda montaron un grupo, Nacional 525, en alusión a la carretera que atraviesa las dos localidades, y su mayor éxito fue Eclipse, todo un hit que llegó a Los 40 Principales, «estuvo dos semanas en el puesto 38 pagando diez mil pesetas, éramos unos inocentes», explica. Fueron años en los que José y sus compañeros de grupo se plantearon seriamente dedicarse profesionalmente a la música. Daban conciertos por Galicia y con el nacimiento de la Compañía de Radio Televisión de Galicia aparecían con cierta frecuencia en televisión. Hasta se fueron a Madrid una temporada para darse a conocer, «pero empecé a desmotivarme. Al ser más mayor comienzas a ver las cosas de otra manera y me desencantó la industria musical, aunque sigo tocando la guitarra y el piano», cuenta.

Así que volvió al negocio familiar, que en realidad nunca había dejado. Y es que a este compostelano de adopción siempre le atrajo el mundo de la confitería, «era un negocio que siempre me gustó y que vi como una buena salida». Se declara buen gerente y se ha adentrado de lleno en la venta on line de los productos de Tábora. Es una oportunidad para las pequeñas empresas, «que con poca inversión podemos dar la lata, y a veces suena la flauta y funcionan las cosas».

En Londres una empresa comercializa sus productos, e incluso están presentándolos en los famosos almacenes Harrods. En Silleda, en el emblemático local de 1934, sigue manteniendo la esencia de la pastelería que se hacía hace cien años, dice, con especialidades que ya son un clásico, como las cañas o los borrachos, «que curiosamente me dicen que también existen en Génova, Granada y Holanda».

Nombre. José Tábora Lores, nacido en Silleda en 1961 y residente en Santiago.

Profesión. Está al frente de la confitería Tábora (Silleda).

Rincón elegido. El único edificio que se conserva de la Expo Regional de 1909, el de Santa Susana, a donde su tatarabuelo acudió a exponer sus rosquillas.