José Luis Costa da el biberón a tres porque la madre no da para tanto
18 feb 2015 . Actualizado a las 09:50 h.Primero nació un cordero muy pequeñito y Reivás pensó: «Se son así ten que ter un rebaño». Reivás es como se conoce a José Luis Pose, de la Casa de Reivás de San Miguel de Borraxeiros, en Agolada. Hace una semana se encontró con ese panorama después de ver que la oveja no paría: «Andaba vinte metros e deitábase». Y en esa circunstancia el veterinario «foi sacando años... e eu decíalle ten que haber máis, segue sacando» y se repitió varias veces hasta llegar a seis corderitos, pequeños pero todos vivos.
Nunca vieran cosa igual. Ni Reivás ni el veterinario, según le confirmó. El vecino no viera cosa igual pero sí conocía mucho en esta materia: «Vin partos de moitos pero sempre morrendo varios, un de cinco pero morreron tres». Pero aún así, la experiencia en esa corte de la maravillas no sorprende pues la oveja es muy prolífica: «Pareu moitas veces catro e todos sairon para adiante, ademáis consegue darlle de mamar aos catro».
Pero ahora es cosa distinta. La oveja madre superó sus posibilidades y su capacidad de alimentar desde sus dos tetos y es Reivás quien tiene que arrimar el hombro y, especialmente, el biberón. Este padrazo es jubilado con 42 años y ayuda a su padre, que tiene una quincena de vacas y seis ovejas. «Algo teño que facer», dice implicado. Y mima a estos años durante ya una semana dándoles de comer tres veces al día: « Pola mañán, a mediodía e a noite, biberón. A nai soio da atendido a tres. Quedan todos xuntos e non sei se conseguen mamar algo pero a nai soio lle da a tres . Y ¿qué madre es esa de tanta calidad?: «Normal, unha ovella galega das de andar canda as vacas pero sempre trae moitos años. Unha filla non tanto pero tamén trae tres, catro, tres,...».
Es excepcional el caso. Hay algunas referencias, una de seis también en Muxía y se apunta que en la zona de Vigo hubo un caso de siete. Pero nada quita mérito a los seis corderitos de un solo parto.
Establo mágico
Ni tampoco nada quita mérito al esfuerzo que asume Reivás, que no solo tiene que dar biberón tres veces al día a tres corderillos sino que va a tener que poner horario de visitas para la demanda del espectáculo vital y agarimoso de este establo mágico y extraordinario.