El escaso diámetro de la glorieta y las dudas sobre la preferencia de paso multiplican los accidentes
28 ago 2016 . Actualizado a las 05:00 h.En el cruce entre la variante de San Paio y la prolongación de Antón Losada el tráfico se organiza con una rotonda de nombre dulce y balance amargo. Es el «Donuts». Obviamente, el nombre no es oficial. Se lo han puesto los vecinos en alusión al escaso diámetro de una estructura que además se ha popularizado a golpe de siniestros. El último tuvo lugar al mediodía de ayer: una colisión entre un Renault Mégane y un Seat León que se saldó con un susto y daños materiales.
Hasta ahora no ha habido accidentes realmente graves en la intersección, aunque más de un coche ha salido volando para aterrizar después en los solares colindantes. Sin embargo, hablando de cifras, la rotonda se sitúa en los primeros puestos del ránking de siniestros del casco urbano. Al menos media docena al año caen allí, con lluvia o con buen tiempo.
¿Por qué? No es fácil demostrarlo, pero las reducidas dimensiones de la rotonda y las dudas sobre la preferencia de paso son las dos causas que parecen estar detrás de la mayor parte de los accidentes. En todos los accesos a la rotonda hay una señal de ceda el paso. La preferencia, pues, la tiene el vehículo que antes entre en la rotonda. Sin embargo, al ser tan pequeña, es fácil ser el primero si se acelera mínimamente. En caso de choque se considera que estaba en la rotonda el coche con más distancia transcurrida desde la línea de ceda el paso hasta el punto del impacto. Pero eso es para cubrir el parte de accidente, porque, al volante, pocos afinan tanto.
A mayores de los pilotos con prisas que pisan a fondo para entrar antes en la rotonda están los que siguen convencidos de tener preferencia si circulan cuesta arriba. No la tienen, pero alguno se empeña hasta la colisión en la defensa de su pretendido derecho. A todo ello hay que sumarle los despistes, patinazos y otras eventualidades. También los hay, pero no tantos como accidentes.
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