A Estrada pierde dos decanas de la enfermería

Rocío García Martínez
rocío garcía A ESTRADA / LA VOZ

A ESTRADA

Juntas se pusieron la bata de servicio cuando abrió el ambulatorio en 1977 y juntas la cuelgan este mes

15 jun 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

A Elsa Junquera sus compañeros de trabajo le gastaron ayer una broma que le puso el corazón a mil revoluciones. «Estaba en el baño y me dijeron que había un niño en el laboratorio que estaba convulsionando. Fui a coger la medicación y llegué abajo con el pantalón sin abrochar siquiera», cuenta. Lo que se encontró no fue una urgencia médica, sino un grupo de amigos que querían despedirla con una anécdota para contar y un ramo de flores. Técnicamente, Elsa no se prejubila hasta el 4 de agosto, pero con las vacaciones y días libres acumulados, ya no tendrá que volver más al centro médico salvo que lo necesite como paciente.

Lo mismo hará en breve Concha Temes, otra de las veteranas de la enfermería estradense. Concha es enfermera en el centro periférico de Souto de Vea y coordinadora de Enfermería del centro médico estradense desde hace ocho años. Como Elsa, cumple 63 años este verano y ha decidido prejubilarse para disfrutar de la vida y dejar sitio a las nuevas generaciones de enfermeros. El día 28 de este mes será su último día en la consulta de Vea.

Cosecha del 53

La cosecha de 1953 dio grandes profesionales de la enfermería en A Estrada. Concha Temes y Elsa Junquera tienen vidas profesionales casi paralelas. Las dos estudiaron la carrera en Santiago, se curtieron en el hospital compostelano de la calle Galeras y, cuando en marzo de 1977 abrió sus puertas el ambulatorio de A Estrada, empezaron a trabajar juntas en el área de Pediatría. Luego la vida las llevó por senderos diferentes. Elsa siguió fiel a la Pediatría. Concha pasó también por Laboratorio, Rayos y Medicina de familia hasta que en noviembre de 1999 ocupó una plaza de nueva creación en el centro de salud periférico de Souto de Vea, en el que trabaja feliz. «Los pacientes aquí son encantadores y muy agradecidos», cuenta.

Tras 44 años de dedicación a la enfermería, Concha y Elsa se prejubilan casi a la par y se despiden de todos sus colegas con un pincho este viernes al que han confirmado asistencia setenta profesionales del gremio sanitario de dentro y fuera del municipio.

En lo que más difieren las historias de las dos enfermeras estradenses en la cuestión de la vocación. Elsa Junquera tuvo claro siempre que quería ser enfermera y en cuanto tocó Pediatría no quiso saber de otras áreas. «Tuve claro que mi sitio estaba en Pediatría. Los niños son muy agradecidos. Los acabas de pinchar y a los cinco minutos te echan un beso y una sonrisa», explica. Elsa ha vacunado a muchas generaciones de estradenses. «Muchos de los que vacuné ya son padres y vienen ahora con sus hijos. Soy la ?abuela pediátrica? de media Estrada», comenta orgullosa. «Para mi siempre serán ?mis niños?», dice en relación a sus pacientes.

Un parto de pesadilla

Concha Temes, en cambio, descubrió su vocación una vez metida en materia. «Yo pensaba más bien en ser maestra, como casi todas las que estudiábamos entonces. Mi madre me había obligado a estudiar. Siempre nos decía: ?la herencia que os voy a dejar es una carrera?», explica la enfermera. «Fue el doctor Antonio del Río, que era muy amigo de mi casa, el que me sugirió hacer el examen de acceso para Enfermería. Aprobé y, al empezar a estudiar, me encantó. Nunca me arrepentí», comenta. Y eso que la enfermería le ha hecho pasar muy malos tragos. Como una vez en el hospital que tuvo que asistir en un parto en el que el feto llevaba tiempo muerto. Concha no quiere dar detalles macabros, pero asegura que aún hoy recuerda con claridad aquella escena. «En cuanto terminamos, salí y me mareé», confiesa. Para compensar, la profesión le ha dado también muchos momentos de alegría. «Una vez vino una cría de 16 años con su madre porque supuestamente tenía un dolor de barriga muy fuerte. Lo que estaba era de parto, pero había pasado el embarazo con una faja y nadie le había notado la barriga. Recuerdo que los padres no se lo creían. Fue un momento delicado, pero el niño nació bien y luego la chica se casó con el padre y tuvieron más hijos», cuenta. La vida es así, hecha de jirones de alegrías y de penas.

Ahora que se prejubilan, Concha y Elsa se dedicarán en cuerpo y alma a atesorar buenos momentos. Elsa piensa dedicarse a la familia y planear algún viaje a un destino de playa. Concha piensa disfrutar lo que pueda de sus cinco nietos, pasar tiempo con sus amigas y, seguramente, seguir formándose. «Me encanta seguir aprendiendo», cuenta.

Ellas que son decanas en la enfermería se van con un alegato por la sanidad pública. «Antes se derrochaba mucho, pero ahora quizás se esté recortando demasiado en sustituciones», dice Concha. «Con todos los respetos, los recortes en sanidad no deberían existir ni depender de un partido», corrobora Elsa.

«Soy la ?abuela pediátrica? de media Estrada. Siempre tuve claro que mi sitio estaba en Pediatría. Los niños son muy agradecidos. Siempre serán ?mis niños?»