Nuestro más preciado tesoro

La Voz

DEZA

07 may 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

esulta antinatural separarse de un hijo a las pocas semanas de haber nacido por tener que reincorporarse al mundo laboral. Precisamente en el momento donde es más necesario el contacto con el bebé y se hace más presente el vínculo, es cuando los padres tienen que hacer el esfuerzo de romper las rutinas, despertar al niño temprano y haga frío o llueva, sacarlo de su hogar para dejarlo durante horas en un lugar nuevo, agradable, pero diferente a su entorno habitual.

Es bien sabido que si algo tienen los más pequeños es capacidad de cambio, y su adaptación a lo nuevo no suele entrañar mayores problemas, pero para los padres no resulta sencillo confiar nuestro más preciado tesoro a alguien nuevo, para eso debemos hacer el esfuerzo de depositar nuestra confianza en personas que, generalmente, nos resultan desconocidas, esperando que nos puedan aportar la seguridad de que el niño estará en las mejores condiciones.

Luego vendrán los nervios de la espera, el deseo de saber cómo está, las prisas porque llegue el momento de recogerlo. También vendrán los virus, el periplo de enfermedades y visitas a pediatras que harán que tengamos que hacer malabarismos para no perder nuestro trabajo y a la vez estar pendientes de la salud del niño, dejando al pequeño con algún familiar o con otro cuidador precisamente cuando más cuidados necesita.

Espero que algún día no sea necesario pasar y hacer pasar a los niños por todo este tortuoso camino, y se amplíe el tiempo en el que los padres

pueden encargarse de la crianza de sus hijos. Es evidente que menos de cuatro meses resulta un tiempo más que insuficiente para destinarlo al cuidado de los críos, en un momento crucial para su desarrollo integral, y fundamental para que los padres se realicen como tal. Mientras llega ese día, por la mañana, miles de padres dejarán su coche mal aparcado, llamarán a una puerta intentando hacer poco ruido, y dejarán su más preciado

tesoro para irse a trabajar.