Las pequeñas tallas pétreas de San Pedro y Santiago Peregrino están vinculadas en lugar y tiempo

francisco rubia alejos LALÍN

LALÍN

En la sacristía se conserva una boeta o cepillo para limosnas en forma de altar a la romana.
En la sacristía se conserva una boeta o cepillo para limosnas en forma de altar a la romana. f. rubia alejos< / span>

La iglesia de Soutolongo cuenta con elementos restaurados que requieren una mejor iluminación

28 oct 2014 . Actualizado a las 17:42 h.

Dentro de la iglesia de Soutolongo, en el muro del lado de la Epístola, existen dos pequeñas tallas labradas en piedra colocadas bajo arcosolios, que cobijan sendas estatuas yacentes. Los arcos son apuntados con la arquivolta ornamentada con el clásico «diente de perro». Según la docta opinión de David Gil Mato las imágenes pudieran corresponder a un desaparecido retablo pétreo. Una de las tallas es claramente identificada por sus atributos distintivos como el apóstol San Pedro, ostentando las llaves del reino del cielo.

La otra correspondería a Santiago peregrino, con el típico bordón, zurrón y venera en el sombrero. Ambas estatuillas están sostenidas por idénticas peanas en forma de pirámide invertida, acordes a las formas cónicas nervadas de las marquesinas góticas, que las vinculan estilísticamente en lugar y tiempo.

En el exterior, situada en el lateral Norte del campanario, existe otra arcaica imagen esculpida que debió ser puesta durante las obras de construcción de la torre. A causa de su situación y las colonias de liquen que parcialmente la recubren, no se aprecia en detalle. A los pies de la imagen, y en posición invertida, hay una cabeza monstruosa, con orejas puntiagudas y grandes ojos rasgados, que representa en los bestiarios medievales el Mal.

En 1730 aún no estaban construidas las dos capillas laterales que conforman el crucero. En estas datas fue hecho el retablo del altar lateral del lado de la Epístola (derecha) que ocupaba la Virgen del Rosario, por Domingo Ruxo. El texto original de la cartela fue reemplazado. Actualmente dice: «SE RECONS/TRUYÓ Y PINTÓ/ SIENDO CURA/ PARROCO/ D EMILIO MA/TO AÑO DE/ 1908».

En el frontal del altar hay la pintura de un perro con una tea ardiente en la boca que es atributo de Santo Domingo de Guzmán, y que proviene de la leyenda que narra el sueño premonitorio que tuvo su madre antes de su nacimiento en el que comprendió que su hijo, por medio de la predicación, iba a encender la llama de Jesucristo en el mundo.

Esta pintura del perro la relacionamos con la imagen en madera de Santo Domingo existente en el templo, y directamente con la Virgen del Rosario que preside este altar.

Según la leyenda la Virgen del Rosario se le apareció a Santo Domingo, fundador de la Orden de los Dominicos, y le entregó un rosario, motivo por lo que la Virgen del Rosario siempre fue muy favorecida por esta Orden.

Su estado de conservación actual es malo ?aunque consideramos que recuperable- faltándole columnas salomónicas y otros elementos.

En 1732, siendo Prior Diego Taboada, según consta en fuentes parroquiales, fue construido el retablo lateral del Evangelio para la Virgen del Carmen, por el escultor antes citado, que también hizo los altares colaterales y los plintos. En la cartela se puede leer: «HESTE CO/LATERAL SE Y/ZO Y PINTO SIEN/DO PRIOR, FREI DN DIEGO/ TABOADA/ Y SOTOMAYOR/ AÑO DE 1733».

El retablo del altar mayor, del que trataremos en otra ocasión, fue retirado de su emplazamiento y tras su restauración, instalado adosado al muro Norte de la nave. Bajo nuestra opinión carece de una iluminación adecuada que destaque el valor artístico y devocional.

Pila bautismal

La pila bautismal del templo fue trasladada desde el baptisterio de los pies de la nave, al lugar que ahora ocupa, frente al presbiterio en el año 1986. La decoración de la copa está inspirada mayoritariamente en hojas de palma asociadas a algunos motivos de dientes de sierra, en alusión a la espiga y con referencia concreta al pan eucarístico. También la orlan cuadrados cruceteados y barras.

En el arranque del pie se aprecia sutilmente circundándolo una soga. El basamento es octogonal y tiene una inscripción que ocupa dos caras, que resuelta dice: «JUAN GIL ME FEZO (hizo)».

Francisco Rubia Alejos es investigador e historiador, afincado en Lalín