Cien años para un silledense en Madrid con vida intensa

Montse García Iglesias
montse garcía LALÍN / LA VOZ

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Cedida

Manuel Fontao estuvo en el Ejército, donde lo destinaron a escolta de Franco, y como empresario fue reconocido en 2007

23 oct 2014 . Actualizado a las 07:27 h.

Manuel Fontao Canda se acaba de unir esta semana al club de los centenarios silledenses. Lo hace en la distancia. Este domingo, este vecino nacido el 20 de octubre de 1914 en Balántiga (Escuadro) sopló en Madrid las 100 velas mostrando aún su gran dinamismo y lucidez que le permite todavía ir a dar paseos diarios y estar al tanto del taller de carpintería que tuvo.

Manuel Fontao atesora una trayectoria vital muy intensa. Era el mayor de seis hermanos -es el único que aún permanece con vida- y a los 18 años dejó su Escuadro natal para trasladarse a Lugo a estudiar al Seminario. Posteriormente, entró en el Ejército y, al acabar la Guerra Civil, fue enviado a Pontevedra. Sin embargo, poco tiempo después fue destinado a la escolta motorizada de la guardia de Franco.

A su trayectoria como militar también le unió la de empresario. Así, contó con un taller de carpintería situado en el Pardo que permanece activo. «En cuanto puede aún se va allí», explican sus familiares. Ha sido vocal de la Cámara de Comercio de Madrid y en el 2007 fue distinguido con su Medalla de Honor de Oro.

Manuel Fontao, aunque lleva décadas en Madrid donde se casó con Piedad Martín Roldán -que el pasado 1 de mayo cumplió también los cien años-, siempre se ha mantenido muy ligado a Galicia. Sus familiares explican que este gran amante de los viajes aprovechaba también las ocasiones que tenía para volver a su tierra natal. La última vez fue hace tres años, «pero por él volvería mañana mismo», indicaban.

Este silledense, que tiene tres hijas, ocho nietos y diez bisnietos, el más pequeño de poco más de un año, celebró este domingo su centenario acompañado de su familia. Entre los 33 asistente, se encontraban los sobrinos que acudieron desde Silleda y Cruces. Cien velas que sopló sin olvidar sus raíces: hubo comida en un restaurante gallego y no faltaron los gaiteiros.