«Incorporarme a la Real Filharmonía de Galicia es un sueño y una lotería»

Rocío Perez Ramos
Rocío Ramos LALÍN / LA VOZ

DEZA

CEDIDA

Este músico silledense de 24 años empezó su formación a los ocho en Lalín

17 sep 2014 . Actualizado a las 09:41 h.

Millán Abeledo acaba de cumplir un sueño: Regresar a Galicia para trabajar como músico. Este violonchelista silledense acaba de obtener una plaza en la Real Filharmonía de Galicia. La última prueba de selección fue una audición a la que concurrió junto con otros 23 músicos, entre los que fue el elegido. Para incorporarse hará una pausa en sus estudios en Alemania. En este país llevaba dos años estudiando en la Escuela de Música de Lübeck y tocando en las salas más prestigiosas. En el 2001 ganó el Concurso Nacional de Violonchelo de la Asociación de Violonchelistas de España y en junio de este año obtuvo el primer premio del concurso internacional Santa Cecilia de Oporto, que le permitió dar tres conciertos en Portugal y uno en París, además de grabar un disco. Con catorce años Millán Abeledo accedió a la Orquestra Xove da Sinfónica de Galicia y participó en varios programas con la orquesta de Cadaqués, la de Cámara Reina Sofía, la Sinfónica Freixenet y la Joven Orquesta Nacional de España.

-¿En su casa estarán encantados con que vuelva y supongo que le hará ilusión la plaza?

-Sí, por supuesto, ya estoy en Silleda y el día 30 me incorporo y me iré a vivir a Santiago para trabajar. En mi casa ya me daban un poco por perdido, así que todos estamos muy contentos. Y sí, por supuesto me hace mucha ilusión tener un puesto aquí. Era algo que siempre pensabas. En Galicia hay dos orquestas muy buenas, de las mejores de España, pero no se veía que fuese a salir ninguna plaza nunca porque además son orquestas muy jóvenes y pensabas que hasta que se jubilase alguien iba a pasar mucho tiempo, pero de repente poder hacer lo que llevo estudiando tanto tiempo es un gusto.

-¿Lleva mucho fuera?

-De Galicia me fui a estudiar fuera en el 2008. Me fui primero a Zaragoza, luego estuve un año en Madrid y lleva dos años en Alemania.

-¿Qué tal por allí, porque musicalmente es otro mundo?

-Muy bien. Yo me fui por un lado siguiendo a un profesor que es danés y por otra parte porque allí hay orquestas como aquí, hay bandas y hay muchísimas más posibilidades. Mi idea era de quedarme allí, no a vivir, pero sí a trabajar hasta que aquí cambiaran un poco las cosas y hubiera posibilidades como esta que salió ahora de repente. Mi experiencia en Alemania como país y como estudiante fue siempre muy buena, pero después de esta lotería dejo todo en pausa y si algún día puedo terminar y tener el máster, mejor.

-Supongo que al conseguir la plaza será la envidia de muchos compañeros especialistas en este instrumento?

-Es un regalo, incorporarme a la Real Filarmonía de Galicia es un sueño y es algo con lo que soñamos todos. Ahora está saliendo una generación de músicos jóvenes que son los mejores de Europa y te encuentras con gente que aquí no encontraba nada y está cogiendo los mejores puestos en las mejores orquestas europeas, pero aún así lo que quieres es volver a tu casa y poder hacer lo que llevas estudiando muchos años aquí, pero era algo imposible, y lo que soñamos todos. Es tener mucha suerte y estar en el sitio y en el momento oportuno.

-Empezó con ocho años en el Conservatorio de Lalín y ya son bastantes estudiando.

-Sí, empecé en Lalín donde hice el Grado Medio, luego en el Superior de Zaragoza y después en el Reina Sofía de Madrid un curso.

-Matrícula de honor en Aragón, las más altas calificaciones en Madrid, ¿exige mucho sacrificio la música?

-Hay que dedicarle horas. Cuando se es pequeño y esto te gusta tienes que organizarte y es muy importante que tengas suerte con tus primeros profesores que hacen que les cojas gusto. En Lalín yo tenía a Tatiana Cucerenco y siempre me animó y es una profesora genial.

-¿Por qué el violonchelo?

-A mis padres les gusta mucho la música, mi madre toca el piano, mi hermano mayor estudió violín y a mí dentro de la cuerda que era lo que me gustaba me gustó más el chelo, que me parece más bonito y en Lalín había una profesora muy buena.