Galo y cerdo están en la batalla para conseguir ser delicatesen

P. V. LALÍN / LA VOZ

DEZA

Son proyectos complejos y costosos y conllevan contestación social

26 ene 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

Disponer de marca o denominación tiene un valor incuestionable. La zona tiene ejemplos nítidos. Llegó de arriba abajo, de Xunta a productores la denominación Tetilla. Llegó peleada desde abajo, muy peleada y tras años de intentos, la denominación Arzúa-Ulloa. Hoy ya no se entendería la comarca sin estas dos denominaciones, que no hacen otra cosa que reconoce la base productiva local histórica sumada a otras zonas semejantes.

En Cruces y Lalín están en esa apuesta, tratando de poner marcas a sus exitosos referentes gastronómicos y arrancan con base asentada, Cruces en la marca Galo de Mos y Lalín en la de Porco Celta. Por ahí se marcan los mínimos exigidos de base genética. Luego trabajan en la linea de conseguir un producto con alto valor añadido. Y, eso no es fácil. Ni es barato e incluso topa con rechazo social porque mientras no se demuestre lo contrario es un cuento de la lechera. Como la investigación, como la innovación, resulta o no resulta. Y es todavía más difícil de vender en tiempos en que la crisis muestra un amplio catalogo de prioridades.

Seguramente no deberían ser incompatibles. Seguramente la cuestión de fondo es una buena gestión de recursos. Y en ese sentido la sociedad esta sobrada de ejemplos ligados al Galo y ligados al Cocido de mala gestión, de no tener el objetivo bien definido y de gasto superfluo que hacen los proyectos actuales más vulnerables.

Una fundación como Juana de Vega no solo vio con buenos ojos el proyecto de Vicogalo (funciona mejor cuanto más se aparta de círculos políticos) si no que lo respalda. El destino es asentarse en mercados delicatesen superando la fase generalista de pollo de calidad para multiplicar las mejoras en todo el proceso productivo y desarrollar todo el proceso de distribución desde despieces a derivados con marca Galo de Curral y con referencia en Cruces. Monte Cabalar ( A Estrada) se mueve en ese territorio también aunque la carne de caballo y sus derivados tiene un mercado aún mucho más reducido.

Innovar o cuento de la lechera

La palabra lalaino para el cerdo lalinense es márketing que ya encontró hueco. Pero todavía es algo vacío y por eso objeto de contestación. Vende una idea, no un producto. Pero cada día se cierra el círculo y este año tiene que haber ya los primeros resultados. Y están muy definidos, por eso cuesta lo que cuesta obtenerlos. Un cruce genético con base en el cerdo celta con referencia en Lalín está a punto de ser objeto de verificaciones de calidad. Y no solo como cerdo para dar otra dimensión al cocido de Lalín sino y sobre todo para llegar en un sector tan profesionalizado a distinguirse como marca en la distribución de productos V Gama. Lograrlo supondrá no solo inventar el nuevo producto sino acompañarlo de una red de productores locales para abastecer el mercado progresivo que se genere.

Cruces hace tiempo y Lalín recientemente andan en esta batalla de marca sustentada en la exclusividad el producto local artesano y es una batalla larga y costosa. Pero como en todo hay quien solo ve cuentos de la lechera y hay quien solo ve innovación y, en parte, seguramente todos tiene parte de razón.

análisis cruces y lalín apuestan por sustentar con marcas sus éxitos gastronómicos