Los vinos gallegos se colocan entre los más elegantes del mundo

SABE BIEN

Estudios como el de la cambadesa Marta Lojo diseñan logos para casas de todo el mundo y fueron precursores en crear etiquetas para otros mercados, como el asiático, donde triunfó un Rías Baixas vestido de lunares al más puro estilo cañí

29 nov 2015 . Actualizado a las 05:05 h.

Cuenta un conocido enólogo que cuando no tiene ni idea de qué vino escoger opta por el que tiene la etiqueta más cuidada. La norma cobra sentido si se tiene en cuenta que los viticultores más cuidadosos con las vides también se preocupan de que la botella sea la mejor y la etiqueta refleje el alma de la casa. Aunque, es cierto que entre la gran variedad de equipos de diseño especializados en el mundo del vino no hay reparos a la hora de confesar que el mercado al que va dirigido el producto pesa mucho: depende del país y sobre todo del espacio en el que se venderá. No se hace la misma etiqueta para un súper que para una tienda delicatesen, donde los clientes tienen tiempo para fijarse y apreciar los detalles. Los primeros buscan un impacto rápido; los segundos una seducción con historia.

«No es lo mismo diseñar para vender grandes volúmenes en el Reino Unido a bajo precio que diseñar para una bodega de tradición centenaria, con pequeñas producciones y con un producto avalado por el reconocimiento de los mejores catadores del mundo. El diseño se basa en reflejar lo que uno pretende, debe ser honesto y debe transmitir lo que va en su interior», explica Marta Lojo, que junto a su socio Kike López cuentan con un estudio que es uno de los más solicitados en el mundo. Suyo es uno de los diseños que abrió el camino a otros más vanguardistas: su albariño Paco y Lola obtuvo un premio en Los Ángeles Internacional Wine and Spirits Competition y cumplió su objetivo: vender un Rías Baixas en China asociándolo a un vino español, así que lo vistieron de lunares, como una bata de cola andaluza. Marta Lojo tiene una larga tradición familiar vinculada al mundo del vino y tal vez por eso entiende lo que buscan los bodegueros de todo el mundo y acumula millares de diseños desde hace una década. Cada vez le cuesta menos convencer a las casas de la importancia de distinguirse y asegura que tienen una gran admiración por la creatividad y personalidad que muestran los diseños de los vinos argentinos y chilenos, pero también por el clasicismo y la identidad de los vinos de Oporto.

En Vigo dos jóvenes diseñadores, el vigués Humberto Rodríguez y la coruñesa Marta Domínguez, trabajan en un estudio que se llama Kukicha y aspiran encontrar un cliente gallego que les permita hacer diseños como los de Alternative Organic de la agencia australiana, que incluye materiales naturales en las etiquetas. Algo que, por otra parte, se hizo ya hace unos años con un envoltorio elaborado a partir de restos de monte quemado para un proyecto del diseñador Ángel Plaza, que creó una edición especial para un vino Rías Baixas. En Galicia destacan Gargalo, por su sobriedad  y «la mítica  Santiago Ruiz, que pese a sus años en el mercado, sigue siendo una de las etiquetas más originales». 

El mundo del arte también se  suman a esta corriente creativa, para muestra trabajos como el del ilustrador David Pintor, que creó una etiqueta rompedora para la ginebra gallega Vánagandr.