«Me gustaría dejar el sello de Galicia en mi trabajo de La Rioja»

SABE BIEN

El nuevo responsable del poderoso consejo regulador de La Rioja reconoce estar impresionado con el peso del sector del vino en esta región; promete velar por que se cumplan los estrictos cánones de la D.O., pero también quiere dejar su impronta

30 ago 2015 . Actualizado a las 05:05 h.

Pablo Franco Sarria (Barco de Valdeorras, 1980) es el nuevo director técnico del Consejo Regulador más poderoso de España, el de la Rioja. Apenas lleva unas semanas en Logroño y ya confiesa que tiene morriña del clima coruñés, pero también está feliz por asumir el reto de ser el guardián de una potencia mundial en el mundo del vino: «Me impresiona hasta el número de barricas, aquí hay más de 1,2 millones; a mi cargo creo que tenido entre 400 y 8.000». Toma el relevo de un peso pesado de la D.O., Domingo Rodrigo, que se jubila tras tres décadas en el cargo. Y es probable que la gesta que Franco hizo en su último destino, Bodegas Guerra del Bierzo, tuviese mucho que ver: en plena crisis modernizó la marca, incrementó las ventas un 33 % y recuperó la receta tradicional de un vermú que fue elegido como el mejor del mundo.

-¿Cómo ha entrado en La Rioja?

-Mi función va a ser la más trascendente, porque es la dirección técnica y me toca ser la persona responsable de verificar que se cumple con la legislación y certificar la calidad de los vinos antes de su salida a comercialización. Lo que más destaco es el alto grado de profesionalidad que tiene este consejo regulador. No es habitual en las denominaciones de origen a tener este nivel de personal y recursos: aquí se cuenta con la figura de un director general, que informa directamente a la presidencia y que lleva 20 años en la institución. Pero es que, además, me he encontrado con un gran grupo de profesionales que son conocedores al dedillo de la región y que me van a ayudar con mi tarea.

-¿Qué objetivos se marca?

-Ver, conocer, aprender y también me gustaría dejar el sello de Galicia en mi trabajo de La Rioja. Aunque tengo claro que mi cometido crear un camino para incrementar el valor de los Rioja.

-Tal vez se han quedado atrás en cuanto a imagen, frescura...

-No, al contrario, quizá estamos en una fase donde la calidad de los tintos es buena y por eso buscamos tener más valor en el mercado... vender más caro, entre comillas. Es el planteamiento por el que se ha apostado y quiero ayudar a conseguirlo desde el punto de vista técnico. Para ello los retos serán adaptar todo el sistema del consejo regulador a la nueva legislación y hacer una labor de vigilancia y control con la misma intensidad con la que se estaba haciendo hasta ahora.

-¿Qué le impone más respeto?

-La vendimia que tenemos, que viene muy adelantada, pero en la que se están haciendo los primeros controles y de los que salen unos valores buenos.

-¿Cómo lleva un cambio tan radical, de trabajar en Galicia o el Bierzo?

-La diferencia que más percibo es el grado de industrialización. Rioja es una potencia que está moviendo una cantidad de dinero muchísimo mayor que en Galicia y el Bierzo. Solo el parque de barricas riojano ya impresiona: creo recordar que es de 1,2 millones. Aquí estamos hablando de otras cifras, como los 400 millones de kilos de uvas,  algo que llama la atención frente a los 50 millones de Galicia.

-El riojano es un gigante frente gallego, donde la viticultura suele ser solo complemento de rentas...

-Muchas veces la viticultura en Galicia y en el Bierzo es una viticultura familiar en el sentido de que no es la actividad principal, pero aquí es todo lo contrario. Por eso los intereses y el grado de industrialización es tal alto, hay mucho poder económico.

-Hablaba antes de las barricas, no sé si tiene en el horizonte vinos para la Rioja más liberados de madera, más frescos.

-Rioja y la madera son grandes hermanos. Y lo son porque esta región tiene una gran particularidad para sus vinos con madera por las condiciones del clima. Gracias al suelo y al tiempo son vinos igualmente frescos, no tan amaderados, ni tan llenos de cuerpo y con taninos bien pulidos. Yo siempre digo que son vinos felices, con expresión y que dan mucha sensación de frescura. Esa es la verdadera particularidad de esta región que hasta a mi madre le ha llamado la atención.

-Y con un océano de marcas...

-Más que con variedad, yo definiría esta zona por sus múltiples tipos de suelos, muchas elaboraciones, incluyendo los blancos que son fantásticos, pero que son los grandes desconocidos  de la Rioja y me ha llamado mucho la atención el trabajo que se les dedica. Aunque, lo es cierto que lo que más destaca es el tinto, los crianzas y los reservas, pero manteniendo la frescura.

-¿Por qué cree siguen mandando en todos los mercados?

-Hay bodegas con más de cien años y que son líderes en ventas tanto en el mercado nacional, como en exportación y eso ya nos da idea de la ventaja que llevan con respecto a otras regiones. Creo que su dedicación y su industrialización les ha llevado a traspasar las fronteras mucho antes. Además, las grandes inversiones del mundo del vino llegaron a esta región hace décadas y desde aquí muchas bodegas de otras zonas de España han podido crecer porque los inversores de La Rioja han apostado por ellas, por el potencial que les veían.

-¿Qué puede aprender Galicia?

-Galicia es un lugar extremadamente rico y muy autodidacta en lo que respecta al mundo del vino y hay que recordar que es la cuna de variedades autóctonas fantásticas, con algunas que todavía están por descubrir para el gran público. Podemos hablar de un montón, aparte de las más conocidas: el godello, la mencía o la treixadura. Y otra cuestión muy positiva de Galicia es su carácter familiar; Rioja es una zona más industrializada. Son modelos diferentes, más que aprender una de la otra son buenas hermanas.

-¿Se complementan los vinos?

-Creo que sí, tradicionalmente Galicia es una zona donde el Rioja ha tenido una importancia vital en su consumo: en todas las casas hay un tinto de aquí y un blanco gallego en la mesa.

-¿Cómo ve la bajada del consumo en España?

-Puede ser algo preocupante, aunque yo tengo una visión particular a ese respecto en el sentido de que creo que el consumo ha bajado enormemente desde los años 50 cuando el vino era solo un producto energético y formaba parte de la dieta de los trabajadores. Hoy en día es más social, para una comida con los amigos o la familia. Lo que ha cambiado es el hábito de consumo: tomamos menos, pero mejores productos y considero que ahora mismo estamos en un momento de estabilidad, donde quizás a nivel nacional se mantiene y crece a nivel internacional. Una paradoja: aumentan las ventas en los países no productores, pero decrecen en los productores, lo que creo que es mejor.

-¿Echa de menos el trabajo Galicia y el Bierzo?

-Echo de menos lo bien que duermo en A Coruña y por supuesto el trabajo. Soy ingeniero agrónomo y en El Bierzo pasé por muchas etapas hasta dirigir el consejo. Hace tres años me propusieron hacerme cargo de Bodegas Guerra, una casa que tiene 135 años de historia y mucho reconocimiento. Fue la primera embotelladora del noroeste español. El reto era reavivarla y en tres años hemos conseguido sacar vinos nuevos, buenos productos y crecer mucho.

-¿En plena crisis?

-Es curioso, me pareció relativamente sencillo. La fórmula la vi clara: teníamos recursos, buenas variedades, un mercado que estábamos atendiendo mal y solo fue empezar por los cimientos. Elaborando bien, cambiando los empaquetados y creando un producto mejor. Subimos un 33 % en venta de unidades, porque al final los clientes lo que buscan es un vino a buen precio para consumir todos los días. La clave ha sido, por ejemplo, nuestro mencía más básico, de muy buena calidad y buen precio. Creo que hemos sabido responder a un ciclo en el que la gente chateaba menos en los bares y compraba más en las cadenas de alimentación, así que apostamos por eso y teníamos la distribución para hacerlo bien. Y también hemos podido hacer cosas tan gratificantes como un vermú elegido el mejor del mundo que es fresco y una delicia en el verano. Pero no hay recetas mágicas, solo darse cuenta de en qué ciclo está la sociedad.