Señorío de Sobral, el coleccionista de premios

José Manuel Orriols

SABE BIEN

M. MORALEJO

Poco podía pensar José, el abuelo de Antonio Lago, propietario de las bodegas Señorío de Sobral, que 115 años después su vino iba a ser conocido en todo el mundo. Cambiaron los medios técnicos de elaboración, pero se mantiene la tradición

28 jul 2015 . Actualizado a las 19:27 h.

Un pazo  de magnifico porte del siglo XV, con almenas y caminos empedrados, además de los cipreses que nunca faltaban en las casas de los señores poderosos y que perteneció a la orden de los templarios de Malta, situado en el lugar de Porto, del municipio pontevedrés de Salvaterra do Miño, es hoy la sede de Señorío de Sobral, una de las grandes bodegas que elaboran albariños en Galicia y que, desde hace cerca de  115 años, fue pasando de generación en generación: primero el abuelo, después el padre y ahora Antonio Lago, que ya tiene continuidad en sus hijos María, Antonio y Adolfo.  Aquí se elabora uno de los vinos blancos más premiados del mundo, fruto de las singulares condiciones climáticas de esta zona del Condado del Tea, como consecuencia  de la regulación que,  de la temperatura y humedad, hace el río Miño.  «Yo busqué el color, sabor y olor del Señorío de Sobral -explica Antonio Lago- y  conseguí lo que quería. Ahora disfrutamos de nuestro éxito, avalado por los catadores de todo el mundo, que eligen Señorío de Sobral, calificándolo entre los primeros, destacando siempre su gran personalidad. Supongo que algo tendrá de especial Señorío de Sobral, cuando tantos lo bendicen. El del vino es un tema sensorial. Hay que probar, hay que buscar unas cualidades esenciales y mantenerlas en el tiempo. Después de más de medio siglo en este mundo, algo se me habrá pegado y creo que conozco perfectamente los gustos de los bebedores de vinos blancos y, de una forma especial, los de albariño.  El tiempo es siempre la mejor escuela y nunca dejamos de aprender. La experiencia me dio algunas pautas, pero la elaboración es la de siempre aunque, claro está, aplicando la más moderna tecnología».

Fermentación de 30 días

Y es que la  vendimia se hace a mano, los racimos se despalillan antes de entrar en la prensa neumática en la que se obtiene el mosto. La fermentación es ahora en acero inoxidable y empleando siempre las  levaduras que aportan las uvas. Ya en los depósitos se limita la temperatura a 16 grados, con el fin de obtener  la máxima expresión aromática posible. La contrapartida es una fermentación muy lenta, que generalmente dura en torno a los 30 días.

Una vez estabilizado y decantando, el vino terminado es tratado con frío para eliminar posibles precipitados y reposa en los mismos depósitos de acero hasta el momento de los sucesivos embotellados, según los requerimientos de comercialización.  «Es decir, que no nos salimos de los cánones de otras bodegas -añade el bodeguero- si no es por el cariño que ponemos en nuestro trabajo y porque no sacamos al mercado un vino que no sea de la máxima calidad».

Viñas en el Condado

Todo el albariño que produce esta bodega se obtiene con uvas albariñas de la zona del Condado del Tea. Unas  procedentes de los viñedos que tienen en propiedad y otras compradas a agricultores a los que controlan  su evolución  a lo largo de todo el ciclo  los técnicos de la propia bodega.  Los viñedos están localizados en terrenos arcillosos y cantos rodados de río, que absorben la humedad y mantienen el calor, lo que proporciona un cálida temperatura al lecho de la uva. La albariña es una variedad de uva blanca, característica de Galicia y el norte de Portugal, considerada una de las variedades autóctonas más importantes de nuestra Comunidad, dentro de las 220 variedades autóctonas catalogadas. Es una variedad de racimos pequeños, de maduración temprana y vigor medio. Tiene un color amarillo-pajizo, brillante, con irisaciones doradas y verdes. Poseen aromas florales y afrutados, finos y distinguidos, que impresionan agradablemente, de intensidad media y duración media-larga. Su sabor es fresco y suave, con suficiente cuerpo y grado alcohólico entre 11 y 13%  del volumen, acidez equilibrada, armoniosos y de amplios matices. Su regusto es placentero, elegante y completo.  En la bodega de Porto tenemos ocasión de charlar durante una tarde con Antonio Lago, eso si, con un vino blanco en la mano y aprovechando el poco tiempo libre que tiene un bodeguero. A mis hijos, continuadores de esta herencia familiar siempre les digo que el vino  requiere paciencia, dedicación exclusiva y seguridad en lo que  se está haciendo, que hay que comprobar siempre todo. La calidad tiene que primar por encima de todo, esa calidad que nos ha situado  entre los mejores blancos de Galicia. De la misma cosecha no hay dos cubas iguales. Aquí no podemos medir físicamente  nada, no hay un metro. Hay que probar, hay que buscar unas cualidades esenciales y mantenerlas en el tiempo.

-Los blancos mejor consumirlos en el año ¿No se planteó la crianza?

-No exactamente. Si el vino es bueno puede consumirse hasta cinco años después, pero yo abogo por un vino fresco y joven. Por eso no nos planteamos hacer ningún tipo de crianza.  Hay bodegueros en todo el mundo que optan por la madera  y producen vinos que no están mal, pero que son otra cosa.

-¿Como define su vino?

-Señorío de Sobral es un vino con  mucho fruto, acidez no muy alta, muy redondo y regusto muy agradable. Fácil de tomar y sabroso. Esto ha conseguido que seamos  los que más vendemos en Galicia y que sea uno de los más premiados del mundo. Yo creo que no puede ser casualidad y que algo tendremos que nos significa.

-Aunque tiene viñedos propios también necesitan comprar  uva a otros viticultores, ¿Controlan el proceso productivo?

-Total y exhaustivamente, desde la poda a la vendimia. Analizamos constantemente todos los parámetros y buscamos la perfección  en la producción de  las viñas de nuestros  viticultores proveedores,  algunos  de ellos desde hace muchos años.  Son más de 250 hectáreas, pero las controlamos en su totalidad. Cuando llega la vendimia no entra una uva que no cumpla las condiciones  para hacer un albariño de gran calidad.

-¿Nunca  pensó en un tinto?

-Si, nosotros hacemos  una pequeña cantidad ( 5.000 litros) de un vino  tinto para consumir con amigos y para la familia. Es muy bueno, pero a nivel comercial no creo que demos ese paso,  porque no abundan las plantaciones legalizadas de uvas tintas. Si vas a hacer un producto malo, es mejor no hacerlo. Hay que cuidar la imagen que con la calidad hemos conseguido a lo largo del tiempo. Y aquí echo manos de nuestro sabio refranero « Moito e ben non o fai ninguén».

La uva albariña es un auténtico tesoro y a eso es lo que tenemos que dedicar todos nuestros esfuerzos. Cada día se aprende algo, tanto en la viña como en la bodega, aunque la clave de un vino está siempre en la tierra, en los cuidados, en las podas, en los tratamientos. El albariño es nuestro gran tesoro.