Un equipo partido por la mitad

josé M. fernández A CORUÑA / LA VOZ

TORRE DE MARATHÓN

CESAR QUIAN

El Dépor disfrutó de ocasiones en el primer tiempo, pero acabó a merced de un rival que controló la reanudación con su mayor presencia física

29 sep 2014 . Actualizado a las 17:28 h.

El Dépor ha traspasado el estado de necesidad. Ayer, en Riazor, se encendió la luz roja de alarma, esa que avisa de que no todos los tropiezos tienen la misma gravedad, sobre todo cuando en el horizonte aparecen amenazantes los compromisos frente al Sevilla y el Valencia. Una derrota triplemente dolorosa: por tratarse de un rival directo, por la forma -cuando el encuentro agonizaba- y porque, por lo visto en el segundo tiempo, la catástrofe se veía venir. De poco le sirve generar ocasiones o defender con cierta coherencia si falta capacidad para gobernar el juego y el físico le hace vulnerable en cada repliegue. Y el gol fue un fiel reflejo: pérdida de balón de Canella en campo rival, contra rival al que un asfixiado Medujanin no puede parar y gol de Edgar.

Once inicial

Sin cambios. O Víctor Fernández estaba satisfecho con lo visto en los dos últimos partidos o tiene muy claro quiénes deben formar en estos momentos el equipo inicial. Con excepción de Diakité, ha repetido el mismo once en los tres partidos, en apenas ocho días. Demasiado esfuerzo para un grupo que, en buena parte, aún está en pretemporada. Confió en un Lux bajo sospecha y el guardameta solo se equivocó en un mal despeje tras una acción invalidada.

El primer tiempo

Más ocasiones que juego. Controló el Dépor la primera parte, con la anuencia de un Almería que hubiera firmado el empate antes del empezar, e incluso en el tramo final. Con poca precisión y bastante intención, el Dépor disfrutó de ocasiones hasta el descanso, aunque casi siempre más fruto de acciones individuales (Fariña, Cuenca o Juanfran) y aisladas que del juego colectivo. Y es que el Dépor sigue sin mezclar como se intuye de jugadores que tienen talento. Dominó los primeros cuarenta y cinco minutos, más por la posición de un rival a la espera que por el peso de un centro del campo liviano, sin mando y con escasa presencia.

El segundo tiempo

Control del Almería. Cinco minutos fueron suficientes para saber que algo había cambiado en la reanudación. Al Almería no le sobraba ambición, pero se encontró con un rival roto en el centro del campo. El cansancio pasó factura a un Dépor que comenzó a partirse muy pronto. Aún así disfrutó de alguna ocasión para adelantarse, fruto de nuevo de acciones individuales o del balón parado.

Los cambios

Un equipo partido . Los cambios no mejoraron a un Dépor en la reserva, sin combustible para replegarse. Se fueron Juanfran, Cuenca y Fariña. Desapareció buena parte del talento y el recambio no llegó por la vía de la presencia física y el empuje que reclamaba el partido, algo a lo que quizá podría haber colaborado un José Rodríguez que parece no contar demasiado.

Lo mejor

Sidnei y el esfuerzo de Postiga. Hélder Postiga acabó fundido y tocado físicamente. Volvió a quedarse sin marcar, aunque un gran remate suyo forzó en el segundo tiempo el lucimiento de Rubén. Trabajó de forma incansable de espaldas a la portería en pos de los pelotazos que le llegaban desde campo propio. Eso le aleja del área y le impide llegar a tiempo al remate. Los noventa minutos todavía se le hacen largos, pero no más que a Juanfran, Cuenca o Fariña -las botas que más futbol generaron ayer en Riazor-. El delantero fue con Sidnei -contundente, envió un remate al palo- de lo más apañado de un equipo sin fondo.