Ipurúa, la casa familiar

Xurxo Fernández Fernández
xurxo fernández A CORUÑA / LA VOZ

TORRE DE MARATHÓN

Los jugadores del Eibar festejan su primer gol en Primera; a la derecha, Zapi, el utillero.
Los jugadores del Eibar festejan su primer gol en Primera; a la derecha, Zapi, el utillero. RAFA RIVAS< / span> Afp< / span>

La estrecha relación entre los jugadores del Eibar, clave en su gran rendimiento

14 sep 2014 . Actualizado a las 19:22 h.

«Cuando llegas te encuentras con gente que sabe lo que cuesta conseguir las cosas en el mundo del fútbol. Compartimos una forma de pensar, de ver las cosas. Primero haces amigos y luego te conviertes en familia». Dani García cumple su tercera temporada en el Eibar. Las dos anteriores se saldaron con ascensos consecutivos y con el chico de Zumárraga como protagonista. Tanto es así, que no le faltaban pretendientes cuando este verano concluyó su vínculo con la Real Sociedad (los de San Sebastián se lo habían cedido al conjunto armero). Pero el prometedor centrocampista (24 años) no quiso moverse de Ipurúa. «Estar a gusto y sentirte valorado tiene mucho peso. He tomado la mejor decisión. Todavía tengo que crecer mucho como futbolista y no hay otro sitio mejor para eso», explicaba por teléfono a La Voz.

En esa felicidad que inclinó la balanza, pesó mucho la gran relación que se vive en el plantel eibarrés. «Hacemos muchas cosas juntos -comenta Dani-. Este verano nos fuimos todos de vacaciones a Ibiza y el próximo año repetiremos. Además, a los nuevos se les integra enseguida». Incluso si hay que superar las barreras del idioma: «Con los extranjeros nos esforzamos aún más. Les cuesta entender algunas cosas, coger las bromas... Así que los que viven en Éibar quedan con ellos y están muy pendientes. Les dan mucha bola para que se integren en el pueblo, porque aquí somos todos como uno más».

Rendidos al utillero

Y en ese «todos» tiene un lugar especial Ángel Zapico. El utillero. Llegó al club en 1969 y cumplidos ya los 60 se ha convertido en una institución en la caseta armera. «El club tendría que darle una condecoración. Se desvive para que tengamos cada cosa que podamos necesitar y fue él quien propuso que nos hiciéramos un vestuario nuevo con nuestras fotos. ¡Si hasta se vino a Ibiza con nosotros!». Dani cuenta que Zapi, como se le conoce entre el plantel, «lo mismo hace de albañil que de cocinero».

Función fundamental esta última, porque uno de los rincones con más duende de Ipurúa es su Txoko. En ese comedor almuerza todo el equipo varias veces por semana, para fomentar la unidad del grupo. Y en ocasiones, sobre todo si se regresa tarde de algún desplazamiento, el estadio ejerce también de hotel para los que residen fuera del pequeño municipio vasco (27.000 habitantes).

La conexión entre los jugadores se mantiene incluso a través de las redes sociales, donde los futbolistas armeros son de los más activos de la Liga. Allí, algunos como el propio Dani o Albentosa, profundizan en un rol de animadores del plantel al que para esta campaña han sumado a Del Moral. El papel de jefe no admite dudas: «Añibarro pone las normas, que para eso lleva siete temporadas aquí. Es nuestro referente».

Los piques necesarios

El 14 del Eibar asegura que el buen ambiente no genera excesiva relajación, sino todo lo contrario: «Entrenando hay muchísima rivalidad. Muchos piques. Y eso te ayuda a esforzarte más todavía». Una presión que probó un gallego el año pasado. «A Jota le costó coger el chip de dar todo en cada balón, pero en cuanto lo cogió fue decisivo», apunta su excompañero. Pieza destacada en un grupo «sin individualismos, porque eso es clave en el deporte. Aquí somos un equipo».