Fernando Vázquez, el faro del ascenso del Deportivo

M. P. R. LA VOZ / REDACCIÓN

TORRE DE MARATHÓN

PACO RODRÍGUEZ

El entrenador blanquiazul, inalterable pese a todas las dificultades, responde con el retorno a Primera a su compromiso con la afición

31 may 2014 . Actualizado a las 23:37 h.

«La derrota forma parte del camino». Así lacró Fernando Vázquez el mensaje del inicio de la temporada del Deportivo, que nació en una seria incertidumbre institucional, atravesó por serios problemas económicos, sufrió una sacudida en la presidencia del club y la constante transformación de un equipo siempre cambiante. En todas esas circunstancias la figura del técnico trascendió la del mero estratega en el campo: Fernando Vázquez fue más director que entrenador, enlace con la grada y garante último del compromiso que el equipo tiene con su gente. Prometió un ascenso y lo entrega después de grandes esfuerzos de gestión que fueron más allá de una exigente labor en los banquillos.

Se produjeron derrotas, sí, incluso más de las deseadas en una Liga marcada por la igualdad por lo bajo. Ninguna de ellas quebró la voluntad del entrenador. Fernando Vázquez revivió su carrera en A Coruña y logró una unión con la grada inesperada en sus pocos meses al frente de un Deportivo moribundo en Primera, al que insufló vida. No pudo evitar el descenso pero la energía que transmitía la idea de un proyecto personal de Vázquez ilusionaba. Sin embargo las circunstancias fueron poco propicias para poner los cimientos. El Deportivo se tuvo que apretar seriamente el cinturón y salvó in extremis el descenso administrativo con el abstruso acuerdo con AFE y LFP. Aquella noche Fernando Vázquez salió a festejarlo con los aficionados en la Plaza de Pontevedra. «Sempre mirei para a canteira na miña carreira. Pero esto é un xiro na filosofía do Deportivo. Garantizo que sempre que haxa un xogador con posibilidades de competir no primeiro equipo terá cabida. Pido un pacto leal entre afición e equipo, de que non renunciaremos a obxectivos deportivos. A canteira non pode ser degradar as aspiracions deportivas. Queremos ascender o ano que ven se é posible», anunció en la presentación de su nuevo contrato para afrontar el reto de la Segunda división.

La realidad del día a día fue cincelando la pretensión inicial de Fernando Vázquez. Lemos se lesionó de gravedad y Bicho no tuvo tiempo para madurar sobre la marcha. Vázquez era un entrenador que en la mayoría de sus equipos imprimió un fútbol alegre pero que en este Deportivo lo tuvo que apostar todo a la fiabilidad defensiva. La obligada salida de jugadores por exigencias económicas y las dificultades para ir al mercado formaron una plantilla corta y descompensada que el de Castrofeito tuvo que manejar en el inicio del campeonato. Pidió con fruición delanteros («Estamos descabezados», llegó a decir) pero siempre fue responsable y consecuente. A Lendoiro no le gustó que no se hubiese prestado a presionar a los administradores concursales para que contratasen a Geijo, pese a que el mandatario conocía que el fichaje del delantero rebasaba el tope salarial impuesto por la Liga.

«Es el Dépor más solidario en años». La sentencia que elogia el trabajo de Vázquez no llega de un advenedizo ni de un principiante. Manuel Pablo elogió la cultura del esfuerzo que Vázquez implantó desde la pretemporada («Eso lo hago hasta yo y tengo ya 59 años», azuzaba en los entrenamientos) y que se mantuvo a pesar de las idas y venidas en el vestuario. Convencido de que el fútbol de elaboración es una cosa más complicada de realizar (y con un equipo en constante rotación, más todavía), Vázquez supo ver que la línea defensiva del Deportivo era la más fiable y la explotó. Marchena, Kaká, después Lopo y, sobre todos ellos, Insua fueron los pilares. Después de un inicio de Liga que hizo sonar todas las alarmas, el Dépor reaccionó exprimiendo los escasos goles marcados y poniendo el cerrojo a la portería de Lux. Tras vencer en Ponferrada se puso líder. «Tenemos problemas, tenemos un proceso de elecciones, tuvimos un verano súper complicado, tenemos 17 jugadores y está claro que vamos cortos», alabó entonces.

Llegaron las críticas

Vázquez dejó claro durante la temporada que preferíría que su equipo «defienda peor y cree más». Lo dijo ya en octubre. Por ese flanco le llovieron algunas críticas de la exigente grada de Riazor, que vio escapar en el feudo coruñés casi la mitad de los puntos en disputa. La frustración de Vázquez fue manifestada no pocas veces por el técnico. «Temos problemas graves en casa. Ademáis, cando che dan moitas veces nos morros a moral decae. Non é normal, é a causa da falta do despegue do equipo», dijo tras uno de los fiascos locales. Quería ofrecerle a su fiel hinchada un espectáculo mejor, pero no encontró la varita mágica para convertir al Dépor en un equipo combinativo en trechos largos de la competición. Tampoco ayudó a esa teima personal el constante cambio de la plantilla. «Me gustaría tener un equipo que todo el mundo supiera», suspiró mientras el Deportivo acumulaba decenas de alineaciones diferentes con el paso de las jornadas.

«No es que no queramos hacer un fútbol distinto, pero no nos está saliendo, ésa es la realidad», lamentó Fernando Vázquez. Aferrado a las variantes del 4-1-4-1, siempre fiel a Juan Domínguez, fuera como mediocentro defensivo o como mediapunta, fue cuestionado una y otra vez por usar tres centrales en partidos con ventaja en el marcador y que en ocasiones se perdió. Pero Vázquez tenía una obsesión durante toda la temporada: el control. «El equipo a veces pareció una desbandada», dijo en alguna ocasión. El entrenador no quería que su Dépor perdiera nunca el sitio en el campo y diera así opciones a sus rivales porque vio que «no es un equipo muy superior al resto».

El esprint final se le hizo agónico al Deportivo. «A veces genera ansiedad tener el objetivo tan cerca y ver que no acaba de llegar», repetía Vázquez una y otra vez en las últimas semanas. Su equipo mejoró en el campo con Sissoko e Ifrán, pero tuvo que sudar hasta el final el ascenso porque los resultados no acababan de ser definitivos. El Dépor sacó la calculadora y jugó con los patinazos de los rivales. «La igualdad de la categoría nos benficiará», avisó Vázquez en varias ocasiones. En Soria puso la guinda «al año más emocionante de mi carrera», como lo calificó en febrero. El ascenso de Vázquez.