La plata ya no seduce a Riki

Xurxo Fernández Fernández
Xurxo Fernández A CORUÑA / LA VOZ

TORRE DE MARATHÓN

El delantero madrileño anuncia que no continuará con el Dépor en Segunda División después de consgeguir 13 goles en su mejor temporada

05 jun 2013 . Actualizado a las 12:02 h.

Llegó «con todas las ganas del mundo», y se va porque «a nivel mental no estaba preparado para seguir». De por medio, siete campañas plagadas de altibajos, y rematadas con el curso estrella en la carrera del de Aranjuez. A principios de temporada ya había avanzado que se sentía mejor a sus 32 que cuando se enfundó por primera vez la blanquiazul. Entonces, con 26 años, cambiaba el Getafe por un Dépor al que acompañó en el primer descenso de su historia reciente. Dos iban a ser demasiados cuando a la fatiga mental se le suma una estrechez económica que «para un jugador también es importante». La gente se empeña en cobrar por su trabajo y cuando se trata de vil metal, la plata ya no seduce a Riki. Todo esto queda atrás:

El reemplazo de Tristán

Más de cuatro millones de euros para traerlo del Getafe

El 13 de julio del 2006, Iván Sánchez Rico Soto pasó a engrosar la nómina de jugadores deportivistas a cambio de más de cuatro millones de euros. Llegaba del Getafe con la misión de hacer olvidar a Diego Tristán, aunque él aseguró sentirse más identificado con otro ex blanquiazul: «A Luque siempre le admiré por su potencia y su disparo con la pierna izquierda». Recursos que se presumían también en el fichaje estrella de aquella campaña junto a Filipe Luis. Él, por si acaso, aclaró que aún le faltaba mucho para llegar a la altura del catalán.

Desde luego, en su primera temporada se quedó lejos. Caparrós lo convirtió en referente en punta (33 partidos, 29 de titular), pero su aportación anotadora fue más bien escasa. Apenas tres tantos en el equipo menos goleador del campeonato (32) junto a una Real Sociedad que descendió. Precisamente, fueron los donostiarras las primeras víctimas de Riki. Anotó el 2-0 final, marcando casi sin ángulo. En aquella campaña, el máximo artillero del Dépor fue Arizmendi (5) pero hasta Capdevila (4) vio más puerta que el hombre gol. Los registros del de Aranjuez, sin embargo, fueron siempre en progresión. Ya con Lotina (al que profesa declarada aversión) sumó 5, 6 y 8 tantos antes de un curso 2010-2011 especialmente aciago en cuanto a lesiones.

Una veintena de percances

Este curso dejó por fin atrás su fama de jugador de cristal

Precisamente las lesiones han constituido el punto débil del ariete, lastrando su rendimiento temporada tras temporada hasta esta que ahora termina. El cambio ha sido radical. Sin percances de por medio, Riki ha logrado elevar a 13 los tantos en su cuenta y solo se ha perdido dos encuentros (las visitas a los campos del Barça y el Levante). Ambas ausencias fueron producto de problemas musculares. Molestias anecdóticas que se perderán entre el historial médico del jugador.

El peor curso, con diferencia fue el que desembocó en el anterior descenso. Entonces (campaña 2010-2011) acumuló 169 días de baja; hasta 15 encuentros sin poder entrar en la convocatoria. Su peor lesión entonces (y la de toda su carrera) fue una contractura en el aductor mediano que lo mantuvo 55 días lejos de los campos de entrenamiento. 46 se había perdido en la temporada de su debut (una rotura fibrilar en el aductor mediano inaugura la lista de dolencias); 21 en la siguiente; 93 en la 2008-2009; 82 en la 2009-2010 y 102 en Segunda. Es el producto de hasta 20 percances en siete temporadas. Una situación que el delantero se esforzó en paliar intensificando sus entrenamientos hasta el punto de iniciar el primero las pretemporadas.

Sin puntería en los Días D

Sacrificio indiscutible; acierto bajo sospecha

Acortar vacaciones es solo uno de los ejemplos del incuestionable sacrificio del 11 en sus días de blanquiazul. Un esfuerzo invariable tanto en punta, como cuando debía caer a la banda o ejercer de segundo delantero. Tampoco ha habido muchos cambios en el apartado del acierto. En esta temporada, la de su mejor registro goleador, ha necesitado casi diez disparos para ver puerta (13 goles tras 123 intentos) y renunció a tirar penaltis tras fallar en la visita del Levante su segundo chut desde los once metros. Desacierto que nunca se puso tan de manifiesto como el 21 de mayo del 2011. Gozó de cuatro claras ocasiones, abortadas entre César y el palo, para evitar un descenso cruel. Después anunció que se quedaba a ganarse la redención. Esta vez, con la mejor hoja de servicios de su carrera, no hay nada que perdonar.