¿El fin de una época?

José M. Fernández

DEPORTES

24 jul 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Sin vuelta atrás. O mucho se equivoca el juez Santiago Pedraz o Villar está a punto de pasar a la historia del fútbol español. Pero antes de celebrar la caída de Villar sería bueno reflexionar sobre cómo ha sido posible sobrevivir a solo una mínima parte de la inmundicia que Pedraz ha puesto sobre la mesa, y la que al parecer falta. Compra de votos, corrupción entre particulares, administración desleal, apropiación indebida o alzamiento de bienes... Todo presunto, claro. Fallaron los controles, pero, sobre todo, se consintió, por temor o por incapacidad.

Escuchar que la detención de Villar y compañía no es más que el triunfo del Estado de derecho resultaría chusco de no ser porque lleva casi 30 años en el poder o porque otros, incluido un presidente del CSD, se hartaron de denunciarlo. Había indicios suficientes como para haberle puesto coto sin necesidad de emponzoñar aún más un fútbol que no se merecía semejante trato. Por más que sorprenda la reproducción de ciertas conversaciones, el entorno del fútbol español había oído lo suficiente de los negocios de Padrón, los sobresueldos de Villar y sus allegados o las prácticas de nepotismo y el papel de Gorka Villar como para pensar que con 29 años ya era suficiente.

No era necesario esperar a que el auto del juez Pedraz avergonzara a todo el fútbol español. Al «honrado y trabajador» Villar, como a sus exégetas les gustaba calificarlo, hay quien le ha buscado como coartada en el éxito de rebelión de los bajitos, los goles de Torre e Iniesta o al amparo de una generación irrepetible. ¿Les suena?

El villarato es responsabilidad de Villar y de los suyos -al fin al cabo, los sujetos activos-, pero también de los que construyeron y consintieron un sistema, unos lazos clientelares que el fútbol ha perpetuado y que, aún hoy, permanecen. No se entiende de otra forma que hace apenas un par de meses, como en las últimas ocho elecciones, le ofrecieran su apoyo incondicional, desoyendo los atronadores indicios.

Así que sería conveniente que con Villar se fuera el modelo y todos aquellos que pusieron la mano en el fuego por el «honrado y trabajador» presidente, aún a riesgo de colapsar las unidades de quemados.