Parapenaltis con 90 % de acierto

DEPORTES

martina miser

Saltó del banquillo para evitar el domingo el décimo de los últimos once tiros recibidos

15 mar 2017 . Actualizado a las 08:29 h.

Minuto 79 de partido. El Juventud Cambados, que en su año de vuelta a la Primera Autonómica se halla peleando por uno de los tres puestos de ascenso a la Preferente, avanza 2-1 en su campo de Burgáns frente al Pontevedra B. El colegiado decreta penalti en el área local. El entrenador del Juventud, Luis Carro, habla con su segundo, Tino, y acto seguido se dirige al joven portero suplente, Adrián Fernández (Vilagarcía, 1 de Agosto de 1995). «¿Estás listo para salir?», le dice el técnico. «Estás loco. Estás loco», le responde el meta, con su compañero titular y mentor, el veterano Toño, en perfecto estado de revista bajo palos, sin lesión alguna ni cartulina roja con su nombre escrito con tinta fresca. Con lo puesto, y los guantes enfundados, Adrián tiró hasta la altura de la cal del andamio arousano, adivinó la intención del lanzador rival y blocó con las dos manos el disparo hacia su derecha, para desatar la fiesta en el equipo y las gradas de Burgáns. Haciendo lo que mejor sabe, y ganándose con ello una merecida tarjeta amarilla. Porque, como él mismo recordaba ayer, «salí completamente en chándal. Solo me dio tiempo a quitarme el chaquetón y ponerme los guantes. Después de parar el penalti le pedí al árbitro permiso para quitarme el chándal, y me mostró la amarilla; yo le di toda la razón».

Supera el 90 % de efectividad en las dos últimas ligas. A falta de futuras aventuras, que tiempo por delante tiene para ello, la del pasado domingo ha pasado a encabezar el anecdotario de un cancerbero capaz de rozar la infalibilidad cuando de detener penas máximas se refiere. Encajando «solo uno de 8 penaltis en Liga la temporada pasada, y ninguno de los tres en esta», repasa; para añadir que en las tres temporadas anteriores hizo pasar sendas eliminatorias de Copa Deputación al Vilagarcía y al Juventud, los últimos dos parando los tres penaltis que le lanzaron sus rivales.

Fue en la primera de esas tandas al todo o nada en Copa en la que Adrián empezó a gestar una fama que va camino de leyenda popular. De vuelta al Vilagarcía, su club de origen, tras formarse en la cantera del Pontevedra entre su primer año infantil y el primero juvenil, el arousano topó en su compañero de vestuario Toño Ferro un mentor en el papel de entrenador de porteros del Vilagarcía. «Nunca se me había dado mal lo de parar penaltis. Pero en un entrenamiento en el que no había muchos compañeros nos pusimos a hablar de cómo podríamos hacer más fácil detener un penalti». El caso, sigue recordando Adrián, es que «esa misma semana jugábamos en Portas la eliminatoria de Copa. El entrenador me dijo que no iba a jugar, y Toño, para que no perdiese una sesión de trabajo, fue a propósito hasta allí. Entonces, en el calentamiento, el portero titular, Diego Lago, se lesionó, y tuve que jugar. Acabamos 1-1. En la tanda de penaltis paré el primero, lo mandaron repetir porque me había adelantado, y lo volví a parar; paré otro, y pasamos de ronda». Con la fórmula magistral de Toño contra las penas de 11 metros: «Aparte de tener mucha, mucha, mucha suerte, no perder nunca de vista a donde mira el lanzador».