DeMarcus Cousins, el fichaje del año en la NBA

M. P. R. LA VOZ / REDACCIÓN

DEPORTES

RONALD MARTINEZ | Afp

El díscolo pívot unirá su fuerza y talento al de Anthony Davis en los Pelicans de Nueva Orleáns

20 feb 2017 . Actualizado a las 23:22 h.

Anthony Davis se llevó dos premios del All Star celebrado en Nueva Orleáns, la ciudad que le idolatra como piedra filosofal de los en general mediocres Pelicans. El pívot fue el jugador más valioso del partido de las estrellas, batiendo el récord histórico de anotación en manos de Wilt Chamberlein desde hace décadas, y el patrocinador oficial de la cita que reúne a lo más granado de la NBA le obsequió con un coche. Como si necesitase uno gratis con su salario de 22 millones al año.

Pero ni se habían duchado aún los protagonistas del All Star cuando saltaba la noticia que podría hacer a Anthony Davis aún más feliz que la de triunfar en la gran fiesta del baloncesto americano: DeMarcus Cousins, uno de los pocos pívots que le pueden disputar el trono como mejor hombre alto de la Liga y dominador de la próxima década, se va a convertir en nuevo jugador de los Pelicans. Es el traspaso de la temporada en la NBA, cuya ventana para intercambios termina este jueves.

DeMarcus Cousins dejará los disfuncionales Sacramento Kings a cambio de el novato Buddy Hield, el ya descartado por los Kings Tyreke Evans, el suplente Langston Galloway (al que se supone que cortarán nada más llegar a California) y dos elecciones en el draft. Parece poco botín para los Kings, que además envían al israelí Omri Caspi a los Pelicans: DeMarcus Cousins está considerado como uno de los 15 mejores jugadores de la Liga, promediando 28 puntos, 10,6 rebotes y casi 5 asistencias por partido

¿Por qué entonces prescinden de él por, en teoría, tan poco? Desde que Cousins debutase en la NBA con Sacramento, el equipo de California no ha entrando nunca en play offs y esta temporada tenía difícil romper esa racha de 6 temporadas. Además, la trayectoria del pívot está mechada por incidentes extradeportivos, enfrentamientos con entrenadores, compañeros que salieron espantados (véase el ahora All Star Isaiah Thomas) y, en general, la sensación de no ser una personalidad fiable para posar sobre sus 2.11 metros y 120 kilos el futuro de un equipo aspirante al anillo.

Porque el calibre de su talento es ése, el de un pívot dominante con el tamaño y explosividad de los que dominaban el juego la pasada década, pero con el manejo de balón, la visión de juego y el tiro exterior que han revolucionado la NBA hasta convertir la liga en el paraíso del triple y de los bases. No existen dudas sobre su talento, como tampoco sobre el Anthony Davis, un prodigio atlético y anotador para marcar una época. Sí surgen dudas sobre cómo podrán cohabitar los dos jugadores interiores llamados a marcar época por separado, y que ahora se alinearán juntos, dos pívots poderosos en la época en que el pívot es una especie en extinción.

Los Pelicans están en la lucha por ser octavo en el Oeste y entrar en play offs. Queda aproximadamente la mitad de la temporada, un test para ver cómo trabajan juntos Davis y Cousins (excompañeros en la breve estancia de ambos en la universidad de Kentucky). Pero también una prueba para ver cómo se maneja Cousins lejos de los Kings, y con el próximo verano en el horizonte. DeMarcus acaba contrato y aspira a firmar el máximo dinero que se pueda firmar, que en Sacramento le llevaría a la frontera de los 200 millones de dólares en 5 años, más de lo que le podrá ofrecer cualquier otro equipo de la NBA.