Los gigantes de la URSS en Ferrol

JOSE VALENCIA FERROL / LA VOZ

DEPORTES

xxx

El Mundobasket 86 se celebró en A Malata, un acontecimiento histórico para una ciudad que respiraba baloncesto por los cuatro costados

07 feb 2017 . Actualizado a las 08:44 h.

El día 5 de julio de 1986 es una fecha para la historia del deporte ferrolano. Un partido entre las selecciones nacionales de Australia y Cuba, con triunfo para los oceánicos por 72-66, abría en A Malata el Mundobásket. Ferrol, contra todo pronóstico, consiguió ser una de las ciudades (las otras fueron Oviedo, Zaragoza, Málaga, Barcelona y Madrid) elegidas para albergar este Campeonato del Mundo de Baloncesto, del que hace apenas hace seis meses se cumplieron 30 años. Juan Fernández, presidente del OAR y cofundador de la ACB, convenció a Ernesto Segura de Luna, al frente del comité organizador, de que una ciudad que respiraba baloncesto en el noroeste de España se merecía el premio.

En el segundo partido de la jornada, Israel se imponía a Uruguay por 84-79, mientras que el encuentro estelar lo disputaron la URSS y Angola. Victorino Cunha, seleccionador de los africanos, manifestaba antes del partido que perder por menos de 40 puntos ya era un buen resultado. Los rusos se apiadaron de un país en aquel momento del bloque comunista y solo ganaron por 89-51. En el resto de los partidos en Ferrol los soviéticos pasaron de los cien puntos: 129-87 a Cuba, 114-87 a Israel y 111-62 a Uruguay.

Todas las selecciones se alojaron en un céntrico hotel de Ferrol, el Almirante, con una planta reservada para cada selección. Los mayores problemas surgieron con las medidas de seguridad que acompañaban al combinado hebreo. Intentaron que hubiera una planta libre, por arriba y por abajo de donde ellos estaban. Fue imposible, aunque se incomunicaron las plantas, para que no se pudiera ir de una otra. En cada partido de Israel, los guardaespaldas ocupaban las cuatro esquinas del pabellón con sus vigilancias. Sorprendía que siempre iban con gabardina, pese a que era julio y hacía más de 30 grados en el pabellón de A Malata, aunque era la única forma de ocultar las armas que portaban.

Cuando apenas se tenían noticias de la NBA, salvo algún adelantado con una parabólica en el tejado, o suscrito a revistas especializadas, la selección de la URSS levantaba la máxima expectación. En sus filas sobresalían dos auténticos gigantes, Tkachenko (2,20) y Sabonis. Este último solo tenía 21 años y ya se decía que se iría a la NBA. También sonaban Alexánder Volkov o Vladimir Tikonenko, entre otros.

Amabilidad

Los rusos, en la recta final de la guerra fría, fueron muy amables, sus estrellas se hicieron fotos con todo aquel que se lo pidió, se pasearon por la ciudad y visitaron varias escuelas de baloncesto. Todo lo que hacían levantaba una gran expectación.

Fue más difícil para la prensa, ya que la expedición llegó con una traductora propia. Si se le preguntaba a Sabonis si quería jugar en la NBA y el pívot ruso daba una respuesta de dos minutos, la traductora lo dejaba todo en un «está muy contento en Rusia y quiere ganar el Mundial». Manolo Aller, exjugador del OAR y la selección española, estuvo aquel 5 de julio en A Malata: «Fue algo especial e histórico para la ciudad. Yo estaba de comentarista para una radio, lo viví todo en primera persona. Me di cuenta de que era algo irrepetible», resume.