Cada conquista, como un regalo

Paulo Alonso Lois
Paulo Alonso Lois EL TERCER TIEMPO

DEPORTES

22 ene 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Remontadas así ahora ya suponen un regalo. Llegarán más madrugadas de emoción, más noches de puños cerrados y ojos inyectados en sangre. Pero, cada vez más, caerán envueltos en la emoción de lo improbable. Nadal no está acabado, ni mucho menos, aunque camino de los 31 años tampoco va a ser el chaval de los 11 títulos del 2005, el que encadenaba palizas en tierra en su juventud. Claro que está a tiempo aún de ganar su lista de grand slams, como se jalean tantos títulos tardíos de los grandes maestros, pero habrá que aguardarlos como quien espera el paso de un cometa.

La remontada contra Alexander Zverez se convirtió ayer en uno de esos regalos al amanecer. Con puntos que evocaron la mejor versión de uno de las estrellas que más pasiones han transmitido en el deporte del último cuarto de siglo. Mantiene su ADN guerrero, ganador y ambicioso. Pero sería ingenuo pensar que, a la vista de su rendimiento de las dos últimas temporadas, nada haya cambiado. Lo advirtió su tío Toni en una entrevista para La Voz en el 2015: «Una carrera de diez años puede ir de 18 a 28, que no es corta. Uno acaba porque ha desgastado el físico o la mentalidad no es la misma. Si empiezas antes, podría pasar antes». Y ese sutilísimo bajón físico -¡cómo no lo va a hacer un gigante sometido durante toda su vida a semejante desgaste!- ha anestesiado ligeramente el veneno de su tenis. Así que Nadal, al que cualquiera puede ver huérfano de grandes resultados en los últimos tiempos por esos matices, vive en lucha contra el paso del tiempo. Quizá por eso busca guiños a su juventud en sus rutinas: el reencuentro con Moyá, el deseo de recuperar las camisetas sin mangas...

Claro que hace tiempo que habita la inmortalidad. No solo por su tenis, sino por su ejemplar ética en la pista y su humildad y su mentalidad y su espíritu de superación. Pero el tiempo corre en su contra. Por eso se celebran tanto regalos como el que construyó ante Zverev. Y cuatro más le harían campeón en Melbourne.