Un gallego en la senda de Carolina

Luis Manuel Rodríguez González
LUIS M. RODRÍGUEZ OURENSE / LA VOZ

DEPORTES

Benito Ordoñez

Miguel Barbado pasó por el centro de de Pontevedra y lleva más de un año en el CAR de Madrid por el sueño olímpico

05 dic 2016 . Actualizado a las 13:21 h.

El volante de bádminton fue como un sonajero para Miguel Barbado Fernández (Ourense, 1999). Y es que si ese deporte que mueve masas en Asia ha eclosionado en nuestro país gracias a los títulos de Carolina Marín, en su casa ya era religión hace años. Su abuelo Julio lo introdujo en Ourense a través del Club Athlos y su madre, Mercedes, fue seis veces campeona de España. «También jugaron mi padre y otros miembros de mi familia y mi hermano Martín está en el Centro de Tecnificación de Pontevedra. Probé con el fútbol, que me gusta mucho, la natación y el balonmano, pero al final, decidí que a lo que quería dedicarme es al bádminton», asegura. Tras pasar por Pontevedra, dio el paso a la residencia Blume hace más de un año: «Este es un salto grande, el sueño es pelear por unos Juegos».

El joven Barbado tiene las ideas claras y una meta que persigue con vehemencia, pero con naturalidad. Quizás, porque aún estando muy apegado a su núcleo familiar, no le importó abandonar el hogar para irse primero a orillas del Lérez y luego a Madrid para trabajar con los mejores del país: «Ahora es más profesional, porque no tienes la familiaridad que había con los entrenadores de Galicia, quizás hay más intensidad, porque están los mejores del país y tienes que estar siempre al máximo nivel, pero es lo que hay si quieres llegar a ser alguien. Tenemos el horario muy medido y tampoco tienes demasiadas opciones de distraerte. Yo estoy haciendo Segundo de Bachiller y quiero estudiar INEF o Psicología Deportiva».

De momento, todo ha ido a velocidad de vértigo en la vida de Miguel, que recuerda practicar deporte desde los cinco años. Como sub-15 ya fue campeón nacional, en sub-17 se colgó la plata, lo que le valió para disputar el entorchado continental, en un torneo en el que avanzó hasta los dieciseisavos. Recientemente ha vivido la experiencia de su primer Mundial júnior en Bilbao y pudo ver a la temible armada del lejano oriente: «Se trataba de coger experiencia y ver a qué ritmo juegan los asiáticos. Fue una pasada. La verdad es que vine satisfecho, caí eliminado ante el cabeza de serie número 15, un rumano, pero el nivel era espectacular».

Sigue empecinado en progresar: «Los asiáticos se encierran en un pabellón a los seis años y entrenan desde esa edad al nivel que lo vengo haciendo yo las últimas temporadas. Nos llevan esa ventaja desde la base, pero aquí también sabemos hacer bien las cosas, lo demostró Carolina y ¿por qué no va a conseguirlo ahora algún jugador masculino?».

En el horizonte más cercano, todavía será júnior cuando se dispute el siguiente Mundial de esa edad en Indonesia y entonces confía en «pasar alguna ronda más y competir con más ambición. Todavía estoy en período de formación y tengo mucho que aprender». El desafío olímpico es el telón de fondo.

El Arjonilla de Jaén le fichó para División de Honor absoluta

Con solo 17 años, Miguel Barbado ya ha podido debutar en la División de Honor, ya que el Athlos ourensano optó por facilitar su cesión al Arjonilla de Jaén. «Surgió esa posibilidad y todos la vimos muy interesante. Yo entreno en la Blume y los fines de semana me desplazo a jugar. Me están tratando muy bien y también estoy a gusto en una categoría en la que voy a mejorar mucho más rápido. El objetivo es la permanencia y creo que vamos por buen camino, aunque es una liga de gran nivel», comenta satisfecho al medirse a jugadores sénior.

Es un modelo de trabajo que también practican otros de sus compañeros en la Blume. La misma Carolina Marín optó por desplazarse al meollo del bádminton mundial en su día. Barbado admite que no lo dudaría: «Si fuera necesario y me dijeran que podría mejorar mi técnica pasando algún tiempo en Asia, me desplazaría. Estoy contento entrenándome aquí con los mejores técnicos, pero tampoco sería un problema hacerlo con los de allá».

Y es que el sueño de este ourensano es ambicioso. Incluir su nombre en un cuadro individual olímpico no es misión sencilla y, sin embargo, Barbado ya la ha subrayado en rojo: «Tokio está ahí, el 2020 me pillará bastante joven y quizás será muy complicado que me seleccionen, pero estamos esforzándonos para conseguirlo varios compañeros. En mi caso los Juegos del 2024 deberían ser los ideales, pero nunca sabes lo que va a pasar y menos cuándo». Lo que sí promete este gallego, peleón y hasta pionero, es que lo intentará.