Sin más historia que el gol

Xurxo Fernández Fernández
xurxo fernández REDACCIÓN / LA VOZ

DEPORTES

LLUIS GENE | AFP

El duelo entre candidatos al título resultó un muermo falto de ocasiones y ritmo

04 dic 2016 . Actualizado a las 11:34 h.

Hay una serie que lleva un tiempo de moda, entre otras cosas, por arriesgadas campañas como la que ahora avanza una «blanca Navidad» en la Puerta del Sol. Narcos se pasea por varios de los años más duros de la lucha contra el narcotráfico en Colombia y detalla los modos empleados por los carteles de Cali y Medellín. El primero apostó por delinquir de tapadillo; el segundo, con Pablo Escobar al frente, por dar espectáculo mientras hacía el mal. La fórmula más arriesgada resultó ser la más permeable a la erosión, la que más y peor sufrió. El clásico de ayer tomó prestado ese guion. Se juntaron dos grandes equipos y dedicaron hora y media a hacer daño; en este caso, al fútbol y al espectador.

Ganó, sin necesidad de pasar del empate, el Real Madrid, entre otras cosas, porque está acostumbrado a vencer con discreción. Encadena ocho meses (33 partidos) sin perder, casi desde su última visita al Camp Nou. En todo ese tiempo apenas cuenta más gestas que las que suben al marcador. Poco vistoso, pero muy efectivo, con secundarios ganándose el jornal y permitiendo a las estrellas tomarse descansos sin que se resienta el producto final. En Barcelona funcionaron Kovacic y Lucas Vázquez, que facilitaron a Modric su misión. El croata (más) bueno recuperó primero, siempre bien ubicado, y repartió juego después, siempre con un guante en el pie. Fue el que más balón tocó en los suyos y lo hizo superando el 95 % de precisión. Un escándalo.

El empeño de Iniesta

Tan llamativo (que no extraño) como la falta de pausa e ideas en una medular, la culé, habituada a maravillar. La línea ha claudicado hace tiempo para refugiarse en sus hombres de acción. El Barça ya no amasa la bola. Si el tridente se resfría, no hay solución. Busquets anda apocado, como Rakitic, y André Gomes mata el rato intentando no molestar (cuando ayer abandonó el campo, solo Suárez había tocado menos balón que él). Iniesta es el único empeñado en que su equipo vuelva a ser lo que fue. Saltó al césped y el rival, que estaba en desventaja, dio un paso atrás. Media hora en el campo, 36 intervenciones, 96 % de acierto, un pase de gol. Lo derrochó Messi, poniendo el acento en el bajón de los mejor pagados de Barcelona y Madrid. Dejó al líder con vida y en el 90 llegó puntual Ramos para matar el partido sin llamar la atención. Sí, blanca Navidad.