Alta tensión en la cima del ajedrez

Pablo Gómez Cundíns
pablo gómez REDACCIÓN / LA VOZ

DEPORTES

EDUARDO MUNOZ ALVAREZ | AFP

El duelo por el mundial entre el noruego Magnus Carlsen y el ruso Sergey Karjakin augura una nueva era

29 nov 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Un título mundial y el futuro del ajedrez como espectáculo de masas. Eso es lo que tendrán que decidir desde mañana, 64 escaques por medio, el noruego Magnus Carlsen y el ruso nacido en Ucrania Serguei Karjakin, que ayer volvieron a firmar tablas en Nueva York tras doce partidas y se obligan al desempate rápido.

Este Campeonato del Mundo puede ser la puerta a una nueva era en el ajedrez, cuyos primeros vestigios son la decidida apuesta del presidente de Rusia, Vladimir Putin, por recuperar este deporte como punta de lanza propagandística, y el interés de patrocinadores y mecenas (como el organizador de la Sinquefield Cup de San Luis, Estados Unidos, el torneo más fuerte de la historia). La gestión universal de los derechos por parte de AGON Ltd., dueña del Mundial desde el 2012, ha hecho el resto.

El match a doce partidas en el Fulton Market Building del Seaport District ha enfrentado no solo a Carlsen (Bærum, 1990) y a Karjakin (Simferopol, Crimea, 1990), sino a dos estilos de juego contrapuestos con demasiados aspectos en común. 

Ambos son ejemplos de precocidad. Carlsen es número uno desde el 2010 y en el 2013 se convirtió en el campeón mundial más joven de la historia tras Kasparov. Además, ostenta el récord absoluto de puntos (logrado en el 2014). Es el tercer Gran Maestro más joven de todos los tiempos. El primero es Karjakin (desde el 2002).

El ucraniano con pasaporte ruso todavía no ha sido campeón mundial. Es un jugador más seguro, fiable en lo defensivo y con más querencia a las tablas. Con todo el aparato del ajedrez ruso a su disposición para recuperar un título que se le resiste a su país desde el 2007, un match es un entorno más favorable a su juego. El noruego, por su parte, más agresivo y con más iniciativa, fue el primero desde Fischer en romper la hegemonía soviética. Se desenvuelve mejor en torneos. Sus derrotas son excepción. 

Ni que decir tiene que ambos disponen de supercomputadoras que muestran recovecos y caminos que se le resisten a la mente humana. Esta accesibilidad ha provocado que el nivel medio del ajedrecista se haya elevado, y que se ganen menos partidas porque se mejora en la neutralización del rival.

En este escenario, Karjakin representó a la perfección el papel de aspirante (es el noveno en el ránking mundial, pero ganó el torneo clave, el de candidatos), retando al vigente campeón a ofrecerse en busca del triunfo final en el match. Nunca antes Carlsen estuvo tanto tiempo sin ganar una partida, se vio frustrado en los primeros duelos, perdió la octava y salvó la novena de milagro. En la décima, ambos dejaron escapar dos claras opciones de tablas. Mientras, el ruso reforzaba su moral, pero fue incapaz de rematar a su rival. 

Pocos pensaban que se iba a llegar a estas alturas con empate. Nadie apostó el 11 de noviembre a que fuese necesario que Carlsen y Karjakin llegasen al proceso de resolución rápida del mundial. Es decir, lo programado para mañana: cuatro partidas rápidas consecutivas, cuatro partidas blitz y la muerte súbita o armagedón, en la que el jugador con blancas dispone de algo más de tiempo pero está obligado a ganar. En caso de tablas, el ajedrecista con negras será el vencedor.

Antaño, el defensor del título lo retenía si no había resolución en el match. Pero para este Mundial, el miércoles 30 es el día elegido para que Carlsen y Karjakin entren en el Fulton Market Building sabiendo que uno de ellos saldrá como campeón del mundo de ajedrez. 

Una bolsa de un millón de euros, entradas a 3.000 y audiencias de 600 millones en Internet 

«El ajedrez moderno, como actividad de competición universal, es un deporte difundido por Internet», explica Óscar de Prado, impulsor de los clubes de ajedrez de Arteixo, A Laracha y Carballo, y del portal especializado pokeryajedrez.com. El juego inventado en el siglo III a. C. parece haber encontrado en las nuevas tecnologías un aliado perfecto. Este mundial lo confirma. «Aunque las televisiones noruega y rusa lo retransmiten y el país se paraliza hasta suspender las clases en los colegios, nadie sigue las seis horas de una partida del match, sino que acuden a Internet para ver los resúmenes con análisis. El interés se ha incrementado gracias a la promoción pedagógica y escolar, y en este mundial se ha notado», analiza De Prado. Millones de personas juegan al ajedrez online. 

No solo Putin ha recuperado su apuesta por el ajedrez. También Estados Unidos ha impulsado su desarrollo con tres jugadores en el top ten: Caruana (número 2), So (6.º) y Nakamura (8.º). La presencia de AGON (que escogió Nueva York por una razón estratégica), de los inversores de la Sinquefield Cup de San Luis y de Garry Kaspárov (campeón mundial desde 1985 hasta el 2000) han reforzado esta política.

Seiscientas personas asisten en vivo al match. El precio de las entradas va desde los 70 euros por día y partida hasta los 2.800 en los palcos VIP. Unos 600 millones de personas es la audiencia potencial de un evento pensado para difundir solo por Internet (www.worldchess.com y nyc2016.fide.com; por 14 euros se incluyen comentarios de grandes maestros). AGON prevé un negocio de cientos de millones de euros tras haberse gastado 5,6 millones (1,1 en premios; el 60 % para el ganador) con el respaldo de la inversora estadounidense EG Capital y la empresa de fertilizantes rusa Phosagro.