El abrupto final de la idílica epopeya del Chapecoense

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Marcio Cunha | Efe

Un ascenso meteórico a la élite, una irrupción histórica en el fútbol sudamericano. Esta es la historia detrás de la tragedia del club brasileño

30 nov 2016 . Actualizado a las 08:57 h.

El trágico accidente aéreo que ha tenido en lugar en Colombia y que ha costado la vida, al menos a 71 personas, ha supuesto el triste epílogo a la historia de un modestísimo, joven y humilde club brasileño que estaba viviendo el mejor momento de su historia; el Chapecoense. Pero, ¿qué hay detrás de ese equipo? ¿quiénes eran los artífices de que un club tan modesto alcanzase la final de la Copa Sudamericana? Os acercamos un poco más la historia de un club brasileño que plantó cara a los grandes clubes sudamericanos.

El éxito del Chapecoense se debía a varios factores que posibilitaron su acceso a la final de la Copa Sudamericana, inédita en su historia. Para acceder a la final, Chapecoense había dejado en el camino primero a Cuiabá, un equipo pequeño de Brasil. Luego, sin embargo, los peces gordos fueron cayendo: primero fue Independiente, de Argentina; luego Junior de Barranquilla, de Colombia y, en semifinales, el que quedó en el camino fue San Lorenzo, también argentino.

El último escollo en el camino del Chape a la gloria iba a ser el  Atlético Nacional, de Colombia, último campeón de la Copa Libertadores. El partido de ida iba a  disputarse este miércoles en Medellín, y el de vuelta, el 7 de diciembre en Curitiba, ya que el Arena Condá, estadio del equipo brasileño, no posee capacidad suficiente para albergar un juego de este tipo.

Chapecoense fue fundado en 1973. Representa a la ciudad de Chapecó, un polo industrial importante de Brasil en el estado de Santa Catarina, en el sur del país, en el que viven aproximadamente 200.000 habitantes. En el 2009, estaba en la Serie D del fútbol nacional y, después de un ascenso meteórico, llegó a primera división en el 2014. Desde entonces, no sólo se ha mantenido en la máxima categoría, sino que cada año ha mejorado su rendimiento y estaba a solo dos partidos de ganar el primer título internacional de su corta pero fructífera historia.

JUAN MABROMATA | Afp

En el 2010, sin embargo, la realidad no era tan feliz para el Chape. El equipo realizó una mala campaña en el campeonato catarinense y descendió a la segunda categoría estatal. Sin embargo, el Atlético de Ibirama desistió de participar del torneo siguiente y así, el conjunto de Chapecó mantuvo su lugar. Desde entonces, todo lo que vino fueron éxitos y consagraciones. En el 2011, el equipo ganó por cuarta vez en su historia el torneo de Santa Catarina. En el 2012, en su tercer temporada en la categoría, quedó tercero en la Serie C a nivel nacional y ascendió a la B. Y al año siguiente, gracias al subcampeonato en la segunda división, se ganó el derecho a formar parte de la élite del fútbol brasileño.

En su primera temporada en la A, Chapecoense terminó en la posición 15. En el 2015, acabó en la decimocuarta ubicación. Y este año, después de ganar el estadual catarinense, marchaba noveno a una jornada del final, y en la final de la Copa Sudamericana. En Chapecó, según relatan los medios locales, se estaba viviendo una «fiebre» por el conjunto. Antes, en las calles, sólo se veían camisetas de Internacional y de Grémio, los clubes grandes de la ciudad cercana de Porto Alegre, o de otros equipos de Santa Catarina, como Avaí o Figueirense. Ahora, y desde hace unos años, el verde y blanco del «Chape» tomó la ciudad.

Marcio Cunha | Efe

En ese proceso, mucho tuvo que ver la planificación y organización económica de un club que, si bien es pequeño, está alojado en un núcleo urbano próspero. El Verdão, como lo apodan en Brasil, no tenía deudas con ningún jugador de su plantel, y, al contrario de lo que suele suceder en el fútbol local, mantenía gran parte de su escuadra desde el 2015. Los contratos de sus figuras, además, eran hasta el 2017. Cleber Santana, Thiago, Ananias eran las figuras del Chapecoense en su camino a la final de la Copa, jugaron en clubes grandes de Brasil, en los que no tenían mucho lugar, antes de llegar al equipo verde. Otros, como Danilo, Kempes y Gil, habían carrera por varios clubes del país hasta desembarcar en Chapecó. En el plantel del equipo, sólo había un extranjero, el argentino Martinuccio, que casi no jugaba. Todos perdieron la vida en el trágico accidente.

Caio Júnior, el técnico también fallecido, tenía una trayectoria dilatada como entrenador, aunque todavía no había ganado ningún título importante en Brasil. Reconocido por sus jugadores como un motivador, logró darle al equipo una identidad asentada en el equilibrio y la eficiencia para aprovechar errores rivales. De hecho, en el torneo brasileño, Chapecoense tenía más goles en contra que a favor, y sin embargo se ubicaba entre los diez primeros. Y en la Sudamericana, ganó sólo uno de sus últimos seis partidos (3-0 a Junior, en Brasil), pero supo cómo conseguir sendos empates con Independiente y San Lorenzo y vencer primero en los penales y luego, gracias al gol de visitante.

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Así, lleno de ilusión y con toda una ciudad detrás, el «Chape», primer equipo de Santa Catarina en jugar una final internacional, se preparaba para dar la gran sorpresa ante Atlético Nacional y agregar a su historia el capítulo más glorioso. El fatal destino les privó de conquistar una gloria por la que estaban llamados a luchar.