Vía única hacia el gol

Xurxo Fernández Fernández
Xurxo Fernández REDACCIÓN / LA VOZ

DEPORTES

César Quian

El Dépor necesitó volver a recurrir al balón parado para estrenarse a domicilio

24 oct 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

En este fútbol de tantas velocidades es larga la lista de equipos que han hecho de la estrategia el sustento que les permite sobrevivir. El Dépor no encaja en ese patrón. Porque para que el balón parado cunda, hay que minimizar las opciones del rival, y ya ni a eso puede agarrarse el conjunto blanquiazul. Ayer consintió nueve tiros del Celta; una cifra nada exagerada, salvo que las ocasiones sean tan claras que siete de los chuts enfilen hacia la red. Los de Garitano dispararon más, pero (como de costumbre a domicilio) lo hicieron mucho peor. De los once intentos solo uno fue a puerta. El que concluyó en gol.

Otro reto superado este curso en el que la permanencia vuelve a cocinarse a fuego lento. Todo, menos la primera victoria, ha ido sucediendo despacio. Aquel engañoso triunfo ante el Eibar (se hicieron más méritos en citas con peor final) nació en una falta lateral. Como el tanto de ayer, ese que deja sin compañía al Empoli italiano en la lista de conjuntos europeos que solo han marcado ejerciendo de anfitrión.

El estreno blanquiazul a domicilio tuvo el mismo origen (un centro a balón parado de Fayçal), y un distinto finalizador. Contra los armeros, remachó Mosquera en el segundo palo. Frente a los celestes, Albentosa se elevó más que nadie cerca del punto de penalti. Desde allí había culminado Borges otra acción de estrategia para abrir la lata del Sporting. Tres de seis. Cuatro, si se suma la pena máxima anotada por Lucas en el primer duelo de la temporada en Riazor.

Cuando quiere hacer daño, el Deportivo no encuentra más vías que las que salen del laboratorio escondido tras las lonas de Abegondo. El lugar donde se ensaya cómo distribuir al equipo en los saques de esquina y en las faltas a favor. Hace años que no le sacaba tanto partido a esta suerte la escuadra blanquiazul. Ahora solo falta todo lo demás. Porque a las variantes que se han demostrado inocuas esta campaña se le sumó ayer la de la acumulación.

Garitano alistó a Babel junto a Andone y a falta de una isla, el equipo tuvo dos. Se abrió un hueco enorme entre la medular y los puntas, con las bandas mutiladas a excepción de las irrupciones del tozudo Juanfran (el jugador que más tocó el cuero en Balaídos), y sin un Çolak al que poderse enganchar.

No hay otro como el turco en este plantel, y su ausencia solo podría ampararse en una multitud de recursos aparte para explotar. Antes había uno clave: Lucas, capaz de carretar durante muchos metros el balón. Ya no está. Andone no puede cumplir esa función. Tampoco Babel, que en Balaídos ni llegó a chutar. Allí faltaron pases entre líneas, con Guilherme y Mosquera a kilómetros del área local. Una zona del campo a la que el Dépor solo se acercó con algún centro desde la derecha. El único bueno lo puso con la pelota quieta Fayçal.