Imagen, fuerza y habilidad en los negocios

Manuel Piñero BAJO PAR

DEPORTES

27 sep 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Por su forma de ser y de jugar, Arnold Palmer elevó el golf a lo más alto dentro del deporte de Estados Unidos, y hablamos de la mayor potencia del mundo, donde la competitividad es enorme. Permitió que el juego y la industria diesen un salto gigante. Junto a Marc McCormack, abogado, amigo suyo y un genio para los negocios, fueron los pioneros de la representación y la explotación publicitaria del golf. Su irrupción y su rivalidad junto a Gary Player y Jack Nicklaus, el gran triunvirato, marcó una época dorada.

Su carisma era arrollador. De alguna forma, era como Rafa Nadal ahora en España, pues le parecía a todas las familias el yerno ideal. Cercano y querido, en dos minutos contigo ya te parecía que te conocía. Todos los presidentes de Estados Unidos quisieron jugar con él desde que lo hizo Dwight Eisenhower. Transmitía mucho, alejado del ego que tienen las grandes estrellas del mundo del espectáculo.

Su talento en el campo resulta incuestionable. A partir de su fuerza. Jugaba con el corazón, como hacía también Severiano Ballesteros. No tenía la elegancia en el swing de nuestro mito, pero conectaba con el público allá donde iba. Hasta tenía su propio club de seguidores, la Armada de Arnie, un grupo de fieles que viajaban para animarle por todas partes. Por edad, aquí en España se convirtió en un espejo para la generación anterior a la mía, para referentes como Ramón Sota y Ángel Miguel. Nosotros nos vimos más en los Nicklaus, Watson y Johnny Miller.

Hasta que llegó El Rey, los profesionales vivían de los premios, pero no tenían tantas fuentes de ingresos como ahora. Junto a McCormack, Palmer logró que los patrocinadores se volcasen con el golf. Y de esa conquista se han beneficiado las generaciones que han venido detrás.

Ben Hogan fue el creador del golf moderno. Sam Snead destacaba como un competidor insaciable. Y Jack Nicklaus ganó más grandes que nadie, pero era más frío y cerebral que Palmer. Y por supuesto Arnold figura por encima de Miller, Player, Trevino...

La pegada del Rey -que salía al campo como quien afronta un combate de boxeo- es aún más grande que la de Nicklaus. Palmer era un guerrero, y eso conectaba con el público. Ha sido como Muhammad Ali para el boxeo o Joe DiMaggio para el béisbol. Una figura de las que surgen una vez cada 50 años. Por eso décadas después de retirarse seguía siendo uno de las golfistas con más ingresos anuales gracias a los contratos publicitarios.